viernes, enero 06, 2006

Bolones 19/05/1998

Desde la explanada del cementerio, calle Castelar abajo, 
torciendo a la izquierda por Sagasta y desembocando por la de 
Cadiz hasta la pared lateral de la panaderia Aznar, era el 
recorrido de rigor de los carrillos de bolones. Y digo carrillo 
porque as¡ era como le dec¡amos, los carritos ‚ran los que usaban 
los peque¤os tirando de ‚llos con una cuerda, igual que hoy.
stos carrillos los hicimos famosos los ni¤os de Melilla. 
Habr  quien recuerde a algunos de pantal¢n corto hasta las 
rodillas, con las piernas llenas de mataduras de los porrazos, 
montados en una caja de madera con dos ejes y cuatro ruedas. El 
carrillo se compon¡a de una caja de madera, a ser posible de 
leche Esbensen o un vino Rioja muy famoso, por ser ‚stas bastante 
duras. Se le quitaba un lateral y las tablas se reforzaban con 
tablitas cortas. Luego se le acoplaba el eje trasero con dos 
ruedas grandes, ‚stas eran los rodamientos que nos daban en los 
talleres de mec nica, y alg£n que otro padre ben‚volo agenciaba 
para su hijo, clav ndolo y teniendo cuidado al hacerlo para que 
la punta del clavo no saliera por dentro de la caja y te 
destrozara los pantalones y lo que era peor, clavartelo en los 
gl£teos. Una vez que tenias la parte trasera, la colocaci¢n del 
eje-guia delantero era mas dif¡cil y laborioso, hab¡a que buscar 
los rodamientos mas peque¤os, colocarlos muy ajustados al eje y 
hacerle un agujero en el mismo centro para que pudiera pasar el 
tornillo y as¡ el movimiento con una soga amarrada a cada extremo 
pudiera ser conducido y llevarlo donde quisieramos. El carrillo 
ya estaba construido, a veces era una sociedad limitada, donde 
solamente disfrutaba el que lo constru¡a, otras era an¢nima y 
siempre quer¡an ser todos los que que llevar la guia, aunque 
fuese la soga. El que no aportaba nada, a ese lo dejabamos 
montar, pero cuando ya estaba deslomado de tanto empujar. La 
cueldad infantil, como veran no era sut¡l. Sol¡a ser el mas 
ro¤ica, como Pepito "Lemoco", ya se imaginan porqu‚ el apelativo, 
era el ni¤o que mas mocos ten¡a de toda la pandilla. El recorrido 
que he descrito al principio, sin ser Montmel¢ o Jerez, nos 
serv¡a para nuestros fines carreristicos de carrillos de bolones. 
Lo de bolones es por las bolas de acero que tienen los 
rodamientos en su interior, que bien engrasadas y rodando en 
calles lisas te duraban como m ximo de ocho a diez dias.
Recuerdo que hab¡a que tener cuidado al lanzarte por la 
Ca¤ada, Castelar abajo, porque si al llegar a Sagasta te sal¡a un 
se¤or con cara de pocos amigos armado de un martillo, no es que 
se liase a martillazos contigo, a veces se le vislumbraban en los 
ojos las ganas, si no con el pobre carrillo, aunque fueras 
estrenandolo y con muchas horas de trabajo y d¡as de buscar 
ruedas, maderas etc., te lo destrozaba. Pero si le promet¡as, 
llorando a moco tendido, que ya no ibamos a pasar mas por su 
puerta, el hombre solo te dec¡a que ser¡a la £ltima vez que 
avisaba, y que tu padre se enterar¡a de ‚sto. Hay que decir en 
honor a la verdad que los famosos carrillos no ten¡an 
silenciador. Imaginense a las cinco de la tarde, en plena 
can¡cula, con el Lorenzo pegando sin contemplaci¢n, sin tener que 
asistir al colegio y con todos los vecinos de Sagasta y Cadiz 
dormitando la siesta de rigor, oyendo ‚stos, increscendo, un 
ruido atronador procedente del cementerio, tres o cuatro cajas 
con dos enanos en cada una, a veces ibamos tres, y lanzados a 
tumba abierta. La suela de goma que le clavabamos a la guia como 
freno al pisarla contra el suelo, echaba humo, as¡ que cuando 
llegabamos a la mitad de Sagasta para coger la cuestecilla de 
Cadiz estabamos salvados, la inercia nos lanzaba hasta la pared 
negra de ventanas llenas de holl¡n, oliendo a pan, de Aznar. 
Tambi‚n hay que aclarar que Melilla pose¡a un parque m¢vil mucho 
mas reducido que hoy en d¡a. Recuerdo que en aquellos a¤os hab¡a 
un taxi de color verde marca Ford y con estribo, era una reliquia 
que siempre estaba en la parada de la calle Arturo Reyes.
Š Cuando observabamos que nuestros carrillos de bolones 
pesaban sobre ellos la orden de caza y captura, los hac¡amos 
desaparecer durante varios d¡as en nuestras casas. Los papeles de 
los caramelos mas sabrosos que he comido en mi vida nos serv¡an 
de billetes para el pago del juego del "Vaaa.., Dichooo ". 
Unjuego muy simple, pero muy bonito. Era raro el ni¤o que no 
ten¡a una media suela de goma recortada y redondeada en un 
bolsillo del pantal¢n y en el otro un fajo de envoltorios 
(billetes) de caramelos. Se jugaba por parejas o por tr¡os, el 
primero que lanzaba la media suela procuraba hacerlo lejos para 
el que le segu¡a de mano no pudiera acercarse a una cuarta, que 
era la medida que se ten¡a para cepillarse dos o tres billetes 
caramelosos del contrario. Los tebeos del Guerrero del Antifaz, 
Roberto Alcazar y Pedr¡n, F. B. I. etc. eran moneda de cambio 
para las bolas, trompos y alg£n que otro grillo chill¢n guardado 
en el bolsillo con todo nuestro cari¤o.
Todos ‚stos juegos, la construcci¢n de los carrillos de 
bolones, los huesos de los albaricoques, con su o¤ita, o¤ate y 
chocolate y al hoyo, el trueque de todo ‚sto por tebeos, a 
algunos ni¤os de Melilla les sonar  a catacumbas. A los padres y 
abuelos s¡ les sonar  y creo que les arrancar‚ una sonrisa de 
nostalgia en el recuerdo.