martes, enero 03, 2006

El sobresalto fue mayúsculo 30/11/1997

     El sobresalto fue mayúsculo, en una emisora de radio estaban relatando el suceso que padecía Melilla en esos momentos. Eran las 12,15 de la mañana del día 17 de Noviembre. Mi mente se bloqueó por unos instantes y cuando pude rehacerme mi pensamiento voló hacia mi ciudad queriendo saber que depósito estaba causando esa catástrofe. El de Ataque Seco se me vino rápidamente a la memoria por ser el que he tenido mas de cerca en mi niñez. Imaginaba los destrozos que haría el agua yendo cuesta abajo por Cándido Lobera hacia la Avenida, pero al poco rato pude oír que era un depósito situado en Rostro Gordo. Creo que algo de taquicardia podía tener en esos momentos. Las doce menos cuarto es una hora donde mucha gente hace sus compras en el Rastro, y García Cabrelles se pone bastante transitada. Mi esposa me dijo: “llama a tu hermana Mari Sol a ver como están todos”, y todos los familiares estaban bien y localizados, gracias a Dios.
     Al día siguiente pude oír en Canal Sur a un tertulio mañanero decir que en Melilla, unido al síndrome de abandono, esta desgracia era dramática. Yo creo que todas las desgracias en si mismas son dramáticas, y más esta, con ese número de muertes y la cuarentena de heridos graves. Toda esa responsabilidad habría que pedírsela a los negligentes, ya sean Confederación Hidrográfica, constructora o municipio. Creo que alguien tendrá que decir algo al respecto y apechugar con lo ocurrido y si el coste político, para los políticos, es alto que tengan coraje y dejen el puesto.  Sobre el síntoma de abandono habría que buscarlo en nuestros gobernantes, y para muestra les diré que al señor Rafael Camacho, portavoz del Gobierno Andaluz, también le vi y oí decir en televisión una frase muy singular que me hizo pensar bastante en la solidaridad. “Mi solidaridad con el vecino y amigo pueblo de Melilla”. Yo creo que debía referirse a una ciudad extranjera, no sudamericana ni norteafricana, porque a esos pueblos, por sus raíces culturales, les llamamos hermanos.  Debido a la ignorancia sobre la historia de la ciudad vecina y amiga, este señor, al igual que muchos tertulios, periodistas y políticos,  fomenta con esas frases el síntoma de abandono que muchos peninsulares sienten por nuestra ciudad Hermana africana; y digo peninsulares y no residentes, porque sabemos que éstos se pasan el síndrome por el arco del triunfo.
     Estos políticos, periodistas y tertulios, son comunicadores  y algunas verdades suelen decir, pero mucha gente se toma al pié de la letra todo lo que dicen, algunas veces  con demagogia, ignorando cosas que comentan con énfasis, creyéndoselo ellos mismos. A estos solo habría que enviarlos a las bibliotecas y hemerotecas a que se empaparan bien de lo que piensen decir en sus diarios, tertulias y discursos fáciles ante un micrófono. Pero  a los padres de la Patria que nos han gobernado y éstos que lo hacen ahora, dónde los ponemos, en qué tesitura política los colocamos con respecto a Melilla. Con la boca grande suelen decir que la españolidad de Melilla es incuestionable y con la pequeña nos dan un bofetón telegráfico. Los telegramas de condolencias recibidos con los cadáveres insepultos, como todo el mundo sabe son calientes en el momento de su lectura pero al rato ya no sabe uno donde está el papel azul de Telégrafos.
     El sentimiento de soledad y el abandono a que nos tienen acostumbrados las altas autoridades de la Nación con respecto a Melilla es de indignación y vergüenza. Cuando ocurrió lo de Badajoz el comportamiento de solidaridad fue unánime en toda España; era una región española la que sufría la desgracia de una catástrofe natural y todos los españoles sentíamos la pena viendo al Príncipe Felipe y al  Presidente del Gobierno, José María Aznar en compañía de ministros y autoridades en el pabellón de deportes dándoles el pésame uno por uno a todos los familiares de las víctimas, era lo lógico en esas circunstancias tan dramáticas. Pero por lo visto nuestra ciudad como es amiga y vecina, o de segunda categoría,  solamente es merecedora de un escueto telegrama, eso sí, redactado con mucha pena y dolor. Y yo me pregunto, dado mi escaso conocimiento de política internacional, si nuestro vecino y amigo alahuita tiene algo que ver en que nuestros gobernantes de Primer Orden no puedan visitar una ciudad española a la que gobiernan como otra cualquiera de la Nación. Qué temor hay en ello, porqué en el V Centenario ocurrió lo mismo, que brillaron por su ausencia en una fecha tan señalada. Porqué los familiares de las víctimas del reventón del depósito de Cabrerizas no recibieron el pésame personalmente como Dios manda. Porqué ése comportamiento tan desigual entre ciudadanos españoles. Yo creo que el galardón de haber nacido en Melilla, ciudad olvidada por nuestros gobernantes, hay que llevarlo como una condecoración, y que el sedimento de españolidad que posee la ciudad, a pesar de los desaires, no desaparezca nunca.
     A los familiares de las víctimas les digo que en la Península habemos gente nacida en Melilla que sufrimos el Desastre. Desde Málaga les envío un abrazo.