Saludo 2 19/05/1998
Terminaba Agosto de 1953 y el parque Hernandez, Plaza de
Espa¤a, Teniente Coronel Segu¡, las tombolas y casetas se
preparaban para la feria del Centro. Aquella tarde, en la
Comandancia Militar tambi‚n se preparaba la guardia para arriar
la bandera, homenaje como sabr n, se hace cada d¡a con el toque
de oraci¢n, interpretado por el corneta de la misma guardia.
Aquello era un espect culo para la chiquilleria musiquer¡l de la
banda de los flechas, agolpados a la verja del parque por la
parte interior. Ver a un soldado bajito y pel¢n, casi todos los
componentes de las bandas de cornetas y tambores de los
regimientos eran bajitos, la falta de pelo era por la higiene y
la proliferaci¢n de habitantes en los cueros cabelludos de los
militares sin graduaci¢n, interpretando el toque mas emotivo de
todos los que tiene el ejercito, al menos a mi me emociona, para
los ni¤os rera algo asombroso. Todo el mundo se paraba, los
militares saludaban con la mano en la si‚n, y los paisanos
quietos y a pi‚ firme en todas las calles adyacentes a la
Comandancia.
Yo contaba nueve a¤os gloriosos de juegos con pelotas de
trapo, de saltos y carreras por los jardines del pulm¢n izquierdo
de Melilla, el derecho (Lobera) era estar en casa por su cercan¡a
del colegio de Ataque Seco.
Era una tarde luminosa, como solamente Melilla sabe
crearlas con su cielo a¤¡l africano. Los ni¤os estabamos frente a
la puerta principal de la Comandancia haciendonos sitio a
codazos, teniendo toda la acera para nosotros, para ver al
soldado arriar la bandera, mientras los dem s compa¤eros le
presentaban armas, todo serios y disciplinados. Para mucha gente
les parecer rutina ver todos los dias los mismos movimientos
marciales y a la misma hora, para nosotros era siempre algo
nuevo. Cada d¡a era un cuartel distinto, y las caras de los
soldados nos parec¡an las mismas siempre. Cuando le tocaba a la
Legi¢n nos parec¡a raro que la corneta fuese mas grande que las
dem s, luego supimos que era por la tonalidad.
La orden militar de: "firmes y mirando a la bandera" la
aprend¡ ese mismo d¡a de Agosto del 53, con una edad donde las
palabras patria, bandera, y todos los toques de llamadas de un
cuartel eran habituales en los ni¤os de Melilla. Tambi‚n las
aprend¡amos en los patios de las escuelas y de tres en fondo en
el Frente de Juventudes.
Era un tipo delgado de unos cincuenta a¤os, alto y estrecho
de pecho, con bigote ralo horizontal en su peque¤o labio,
brill bale un diente de oro en su mal cuidada boca llena de
caries negra, los ojos los ten¡a peque¤os, que mas bi‚n parec¡an
dos rajitas lega¤osas sin haber visto agua en varios d¡as. Vest¡a
un pantal¢n oscuro y una blusa-chaqueta llena de bosillos y
lamparones a¤ejos y brillantes, oliendo a puro y a casa de putas
cerrada toda una noche sin ventilar. ste ciudadano, "patriota",
‚staba en la esquina del parque, frente a la botica de la otra
esquina de General Marina, todo firme y serio ‚l, pero por el
rabillo de uno de sus sucios ojos me lanzaba r fagas, que por mi
edad no comprend¡a muy bi‚n su significado, luego comprend¡ que
eran de odio. Todo ‚sto ocurr¡a mientras el soldado bajito y
pel¢n ejecutaba el sagrado toque de oraci¢n a nuestros muertos en
campa¤as. Al acabar el sonido de la corneta y cuando los soldados
romp¡an filas me encontr‚ frente al "patriota". Su palidez hab¡a
desaparecido, ahora su cara era un amasijo de colores violeta y
encarnado, mirandome fijamente con sus ojos lega¤osos, y al
tiempo que me cruzaba la cara de nueve a¤os, toda sonrosada y
parte del oido izquierdo con su delgada y sudada mano, me espet¢
: "Bastardo, ponte firme y mirando a la bandera". El llamarme
bastardo ser¡a porque ignoraba que en mi partida de nacimiento
figuran los nombres de mis padres y en la que dice que soy hijo Šleg¡timo de ellos. Como es l¢gico, el guantazo que me endi¤¢ hizo
que cayera al suelo y estubiese varios minutos inconsciente.
Cuando volv¡ a la realidad me encontr‚ con un pa¤uelo lleno de
colonia en la mejilla y una se¤ora que me besaba en la frente, me
pareci¢ la Virgen del Carmen. Mis amigos estaban en el portal del
edificio donde vivi¢ Franco y creo que a£n existe una placa que
lo dice, mas acobardados, quiz s, que yo. Porque a mi ya no hab¡a
nadie que me tocara un pelo, ten¡a una guardiana como una
pantera. Los ep¡tetos que le proferia al "patriota" huido, porque
eso si que hizo, correr como un conejo al ver a tanta gente
increp ndole y afeandole el gesto tan "valeroso" y "patriota".
Los tacos que escuch‚ que le dec¡an, aunque figuran en el
diccionario de la Academia no son reproducibles. Resulta que los
ni¤os que est bamos cerca de ‚l no nos pusimos firmes ni miramos
a la bandera, si no que mirabamos al soldado bajito y pel¢n c¢mo
tocaba la corneta, ya que siempre hac¡amos comparaciones con
nosotros al ser ni¤os-m£sicos de la Falange. Ese fu‚, para aqu‚l
sujeto, nuestro pecado antipatriota. A¤os mas tarde y en viajes
cortos a Melilla, por los permisos anuales y visitas familiares,
ve¡a a ‚ste hombre que mas bi‚n parec¡a un sepulcro blanqueado,
por lo atildado de su vestimenta y estirado en sus andares, pero
con la cara de una muerte anunciada. Ya no lo volv¡ a ver mas, lo
perdon‚ en el momento que mi capacidad de perd¢n me lo permiti¢,
y eso fu‚ al poco rato de recibir el bofet¢n, al creerme culpable
de antipatriotismo, tal era mi desconocimiento al respecto.
Ahora pienso que para ser patriota y llevar a nuestra tierra
en el coraz¢n no hay que ser tan estirado como aqu‚l hombre
peg¢n de ni¤os. El patriotismo debemos llevarlo en el alma como
el fuego eterno, recordando siempre que la bandera somos todos, y
como tal debemos respetar y guardarla de esos patrioteros
estre¤idos que se creen poseedores de verdades patrios. La
intolerancia de un adulto, ejercida con violencia, contra un ni¤o
era el signo de la ignorancia, aunque para algunos ser¡a la mala
leche que se gast¢ el "patriota".
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