viernes, enero 06, 2006

Saludo 2 19/05/1998


Terminaba Agosto de 1953 y el parque Hernandez, Plaza de 
Espa¤a, Teniente Coronel Segu¡, las tombolas y casetas se 
preparaban para la feria del Centro. Aquella tarde, en la 
Comandancia Militar tambi‚n se preparaba la guardia para arriar 
la bandera, homenaje como sabr n, se hace cada d¡a con el toque 
de oraci¢n, interpretado por el corneta de la misma guardia. 
Aquello era un espect culo para la chiquilleria musiquer¡l de la 
banda de los flechas, agolpados a la verja del parque por la 
parte interior. Ver a un soldado bajito y pel¢n, casi todos los 
componentes de las bandas de cornetas y tambores de los 
regimientos eran bajitos, la falta de pelo era por la higiene y 
la proliferaci¢n de habitantes en los cueros cabelludos de los 
militares sin graduaci¢n, interpretando el toque mas emotivo de 
todos los que tiene el ejercito, al menos a mi me emociona, para 
los ni¤os rera algo asombroso. Todo el mundo se paraba, los 
militares saludaban con la mano en la si‚n, y los paisanos 
quietos y a pi‚ firme en todas las calles adyacentes a la 
Comandancia.
Yo contaba nueve a¤os gloriosos de juegos con pelotas de 
trapo, de saltos y carreras por los jardines del pulm¢n izquierdo 
de Melilla, el derecho (Lobera) era estar en casa por su cercan¡a 
del colegio de Ataque Seco.
Era una tarde luminosa, como solamente Melilla sabe 
crearlas con su cielo a¤¡l africano. Los ni¤os estabamos frente a 
la puerta principal de la Comandancia haciendonos sitio a 
codazos, teniendo toda la acera para nosotros, para ver al 
soldado arriar la bandera, mientras los dem s compa¤eros le 
presentaban armas, todo serios y disciplinados. Para mucha gente 
les parecer  rutina ver todos los dias los mismos movimientos 
marciales y a la misma hora, para nosotros era siempre algo 
nuevo. Cada d¡a era un cuartel distinto, y las caras de los 
soldados nos parec¡an las mismas siempre. Cuando le tocaba a la 
Legi¢n nos parec¡a raro que la corneta fuese mas grande que las 
dem s, luego supimos que era por la tonalidad.
La orden militar de: "firmes y mirando a la bandera" la 
aprend¡ ese mismo d¡a de Agosto del 53, con una edad donde las 
palabras patria, bandera, y todos los toques de llamadas de un 
cuartel eran habituales en los ni¤os de Melilla. Tambi‚n las 
aprend¡amos en los patios de las escuelas y de tres en fondo en 
el Frente de Juventudes.
Era un tipo delgado de unos cincuenta a¤os, alto y estrecho 
de pecho, con bigote ralo horizontal en su peque¤o labio, 
brill bale un diente de oro en su mal cuidada boca llena de 
caries negra, los ojos los ten¡a peque¤os, que mas bi‚n parec¡an 
dos rajitas lega¤osas sin haber visto agua en varios d¡as. Vest¡a 
un pantal¢n oscuro y una blusa-chaqueta llena de bosillos y 
lamparones a¤ejos y brillantes, oliendo a puro y a casa de putas 
cerrada toda una noche sin ventilar. ste ciudadano, "patriota", 
‚staba en la esquina del parque, frente a la botica de la otra 
esquina de General Marina, todo firme y serio ‚l, pero por el 
rabillo de uno de sus sucios ojos me lanzaba r fagas, que por mi 
edad no comprend¡a muy bi‚n su significado, luego comprend¡ que 
eran de odio. Todo ‚sto ocurr¡a mientras el soldado bajito y 
pel¢n ejecutaba el sagrado toque de oraci¢n a nuestros muertos en 
campa¤as. Al acabar el sonido de la corneta y cuando los soldados 
romp¡an filas me encontr‚ frente al "patriota". Su palidez hab¡a 
desaparecido, ahora su cara era un amasijo de colores violeta y 
encarnado, mirandome fijamente con sus ojos lega¤osos, y al 
tiempo que me cruzaba la cara de nueve a¤os, toda sonrosada y 
parte del oido izquierdo con su delgada y sudada mano, me espet¢ 
: "Bastardo, ponte firme y mirando a la bandera". El llamarme 
bastardo ser¡a porque ignoraba que en mi partida de nacimiento 
figuran los nombres de mis padres y en la que dice que soy hijo Šleg¡timo de ellos. Como es l¢gico, el guantazo que me endi¤¢ hizo 
que cayera al suelo y estubiese varios minutos inconsciente. 
Cuando volv¡ a la realidad me encontr‚ con un pa¤uelo lleno de 
colonia en la mejilla y una se¤ora que me besaba en la frente, me 
pareci¢ la Virgen del Carmen. Mis amigos estaban en el portal del 
edificio donde vivi¢ Franco y creo que a£n existe una placa que 
lo dice, mas acobardados, quiz s, que yo. Porque a mi ya no hab¡a 
nadie que me tocara un pelo, ten¡a una guardiana como una 
pantera. Los ep¡tetos que le proferia al "patriota" huido, porque 
eso si que hizo, correr como un conejo al ver a tanta gente 
increp ndole y afeandole el gesto tan "valeroso" y "patriota". 
Los tacos que escuch‚ que le dec¡an, aunque figuran en el 
diccionario de la Academia no son reproducibles. Resulta que los 
ni¤os que est bamos cerca de ‚l no nos pusimos firmes ni miramos 
a la bandera, si no que mirabamos al soldado bajito y pel¢n c¢mo 
tocaba la corneta, ya que siempre hac¡amos comparaciones con 
nosotros al ser ni¤os-m£sicos de la Falange. Ese fu‚, para aqu‚l 
sujeto, nuestro pecado antipatriota. A¤os mas tarde y en viajes 
cortos a Melilla, por los permisos anuales y visitas familiares, 
ve¡a a ‚ste hombre que mas bi‚n parec¡a un sepulcro blanqueado, 
por lo atildado de su vestimenta y estirado en sus andares, pero 
con la cara de una muerte anunciada. Ya no lo volv¡ a ver mas, lo 
perdon‚ en el momento que mi capacidad de perd¢n me lo permiti¢, 
y eso fu‚ al poco rato de recibir el bofet¢n, al creerme culpable 
de antipatriotismo, tal era mi desconocimiento al respecto.
Ahora pienso que para ser patriota y llevar a nuestra tierra 
en el coraz¢n no hay que ser tan estirado como aqu‚l hombre 
peg¢n de ni¤os. El patriotismo debemos llevarlo en el alma como 
el fuego eterno, recordando siempre que la bandera somos todos, y 
como tal debemos respetar y guardarla de esos patrioteros 
estre¤idos que se creen poseedores de verdades patrios. La 
intolerancia de un adulto, ejercida con violencia, contra un ni¤o 
era el signo de la ignorancia, aunque para algunos ser¡a la mala 
leche que se gast¢ el "patriota".