lunes, enero 09, 2006

W.C. 21/02/2000



“W. C. No es lo mismo en Inglaterra que en la Costa”. Este título lo da Mateo Gallego y Francisco Lancha en: “Málaga en la Leyenda” de Editorial Arguval y creo que merece la pena que reproduzcamos un pasaje que viene a cuento por las dislocaciones que el idioma de Cervantes padece en todo el País con letreros y títulos de canciones en inglés que muchas personas lo sentimos como si nos avasallaran, dándole patadas a nuestra Real Academia con toda la ignominia felona, eso sí, cursilona e ignorante a mas no poder.
Dice que Jorgito, el Inglés, en los años cuarenta, cuando terminó la II Guerra Mundial abrió una hospedería en lo que hoy es el Castillo de Santa Clara en Torremolinos y en Málaga, que muchas familias, debido al auge turístico deciden enviar a sus hijos a Inglaterra para aprender el idioma inglés y cuentan que unos padres viajaron al sur de ese país para conocer el sitio donde iba a residir su hijo. Al regreso se dieron cuenta que no habían visto los aseos de la vivienda, es decir, nuestro retrete, que en inglés es Lavatory al que cursimente llamamos W.C. que quiere decir Agua Residual . Muy preocupados pidieron informes que recibieron a vuelta de correos.
Resulta que lo que W.C. significa para nosotros no es lo mismo para los británicos, que lo entienden como White Church o Iglesia Blanca, esto es, templo anglicano. La respuesta del inglés fue la siguiente: “ Estimado señor: tengo el gusto de informarle que el lugar al que hace referencia se encuentra a doce kilómetros de la casa, lo cual hace que resulte algo alejado, sobre todo si se tiene la costumbre de ir con frecuencia. Algunas personas se llevan la comida y permanecen allí todo el día, Algunos, van a pié, pero otros van en tranvía, por lo que siempre llegan en el momento preciso. Hay lugar para cuatrocientas personas sentadas y otras cien de pie, los asientos están forrados de terciopelo rojo. El aire es acondicionado, se recomienda llegar temprano para encontrar sitio. Los niños se sientan todos juntos y cantan a coro. Al entrar se entrega a todo el mundo un papel. Cuando se acaban los papeles, los que no tienen usan el de la persona de al lado. Al final se recogen los papeles para que sirvan para toda la temporada. Hay fotógrafos especializados y estas fotos se publican en el diario de la ciudad para dar a conocer este admirable servicio. Suyo afectísimo “.
Desde estas líneas propongo que hagan una ley en la que obliguen a todos los lugares públicos la obligación de que figuren en los sitios donde se defeca y orina sea llamado con su verdadero nombre: Retrete.
Y ya que estamos, escatológicamente hablando, os diré un poema de Alfonso Sastre de cuando estuvo en prisión por cuestiones políticas en Alcalá de Henares: “Tú, desnudo retrete, retreteas/ la poca habitación en la que ahora habito./ Por mas que me separo no te evito/ y si yo en ti me cago, tú me meas”.
Si leéis esto en horas de trabajo espero haber arrancado una sonrisa de vuestros labios. Así que recibid un abrazo y hasta la próxima.