Carta a López Domínguez Septiembre 1996
Antes que nada le voy a devolver el abrazo al Sr. López Domínguez por la gentileza y amabilidad que tiene en contestarme a mis preguntas sobre el origen de los nombres de las calles de Melilla. Señor López Dominguez, me abruma usted cuando se dirige a mi con admiración cuando solo soy un aprendiz, algo torpe, de historia de nuestra ciudad. Estas rectificaciones son muy importantes para todo aquél, como yo, que cree estar en posesión de la verdad. Y como veo que es el autor del callejero de Melilla me voy a permitir hacerle otra pregunta que me intriga desde hace años, y creo sabrá contestarme. Me refiero a Don Ramón Conti, Teniente Coronel-Gobernador que vino trasladado de la isla de Alhucemas (Presidio) donde estuvo desde el 30 de Junio de 1796 hasta el 10 de Agosto de 1800, y que entregó el mando en Melilla a su sucesor, Don Manuel Ibarra catorce años justamente después, o sea, el 10 de Agosto de 1814. Para hacer un poco de historia, el 14 de Julio de 1804 dos barcas repletas de víveres y medicinas, procedentes de Málaga, son interceptadas por corsarios, hijos de la Gran Bretaña, pidiendo un rescate de 9.000 duros de plata. Un argelino llamado Sidi Alí El Begui fue el que los prestó. El 29 de Junio de 1806 se repitió la misma felonía con nuestros amigos ingleses, pero por lo visto éste barco transportaba menos carga que los que asaltaron dos años antes, porque pidieron 9.000 reales nada mas. Nuestro amigo El Begui también fue quien se hizo cargo del pago. El 14 de Febrero de 1810, se le requiere fidelidad a José Bonaparte y Don Ramón Conti lo rechaza enérgicamente y al mismo tiempo jura fidelidad a Fernando VII. Dos días después se descubre una conspiración para entregar la Plaza a los franceses. Los conspiradores, Diego Quijano y Miguel Chamizo, son condenados a seis meses de prisión rigurosa. En Mayo de ese mismo año deserta parte de la guarnición. En Marzo de 1811 envía presos a Cádiz a 79 individuos pertenecientes a la guarnición por ser los promotores de un motín debido a la noticia de liberar a presidiarios que padecían escorbuto y hambre física.
Esto es una mínima parte de lo que padeció Don Ramón Conti junto a la guarnición y los penados, y la lista debe ser larga en sufrimientos. Porque hay que ver las cartas que les envió al Veedor y Ministro de la Real Hacienda, una especie de Rodrigo Rato, y al Brigadier Don Jaime Moreno y La Corte, Gobernador Político y Militar de Málaga, solicitando comida. Los auxilios los pedía a cualquier parte que podía. Ceuta, Algeciras, Cartagena eran algunas de las ciudades que recibían las peticiones. Los sueldos tardaban en abonarse. Las agresiones de los fronterizos también se sumaban a las desgracias. Por los desertores se sabían las calamidades y el hambre que estaban pasando en la Plaza llegando incluso a dejar de traer las pocas verduras que vendían en ella. Don Gabriel de Morales, uno de los mas insignes historiadores que ha tenido Melilla, es quien me ha abierto la ventana para que pueda asomarme y observar lo que fue mi ciudad en tiempos pasados.
Mi pregunta es: ¿Porqué Melilla no le tiene dedicada una calle a éste gobernador que sufrió toda clase de calamidades y traiciones durante su mandato?, siempre reafirmándose en su españolidad. Sus méritos, a mi entender, creo que son bastante elocuentes.
Las supremas fechas de gloria en cronológicas circunstancias deben recordarse siempre, y el nombre de Don Ramón Conti, en esas fechas de calamidades, traiciones, asedios y hambre debiera figurar en el callejero, aunque sea un modesto callejón, de los muchos que existen en Melilla.
Parafraseando pobremente a Ortega y Gasset yo digo siempre: "Yo soy yo y mi Melilla".
Reciban un saludo
Málaga Septiembre 1996
Esto es una mínima parte de lo que padeció Don Ramón Conti junto a la guarnición y los penados, y la lista debe ser larga en sufrimientos. Porque hay que ver las cartas que les envió al Veedor y Ministro de la Real Hacienda, una especie de Rodrigo Rato, y al Brigadier Don Jaime Moreno y La Corte, Gobernador Político y Militar de Málaga, solicitando comida. Los auxilios los pedía a cualquier parte que podía. Ceuta, Algeciras, Cartagena eran algunas de las ciudades que recibían las peticiones. Los sueldos tardaban en abonarse. Las agresiones de los fronterizos también se sumaban a las desgracias. Por los desertores se sabían las calamidades y el hambre que estaban pasando en la Plaza llegando incluso a dejar de traer las pocas verduras que vendían en ella. Don Gabriel de Morales, uno de los mas insignes historiadores que ha tenido Melilla, es quien me ha abierto la ventana para que pueda asomarme y observar lo que fue mi ciudad en tiempos pasados.
Mi pregunta es: ¿Porqué Melilla no le tiene dedicada una calle a éste gobernador que sufrió toda clase de calamidades y traiciones durante su mandato?, siempre reafirmándose en su españolidad. Sus méritos, a mi entender, creo que son bastante elocuentes.
Las supremas fechas de gloria en cronológicas circunstancias deben recordarse siempre, y el nombre de Don Ramón Conti, en esas fechas de calamidades, traiciones, asedios y hambre debiera figurar en el callejero, aunque sea un modesto callejón, de los muchos que existen en Melilla.
Parafraseando pobremente a Ortega y Gasset yo digo siempre: "Yo soy yo y mi Melilla".
Reciban un saludo
Málaga Septiembre 1996
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home