Prensa 0 Octubre 1993
Malaga Octubre 1993
Sra. Directora de MELILLA HOY:
Soy un melillense que lleva residiendo fuera de la ciudad
treinta a¤os, y cada vez que viajo a ella me la encuentro
distinta, unas veces algo sucia, y otras menos sucia, pero nunca
como en los a¤os en que jugabamos en cualquier plazoleta de
cualquier calle. Esto no lo digo a¤orando el pasado, que ah¡
est , y que cada uno lo asuma como mejor lo desee. En aquellos
tiempos, d‚cada de los cincuenta y parte de los sesenta, Melilla
ten¡a un encanto que era muy dif¡cil de explicar a cualquier
peninsular en la misma Peninsula. Decian y dicen de nosotros, que
llevamos Melilla en el alma y la defendemos con u¤as y dientes
ante cualquier comentario que vaya en contra de la espa¤olidad,
comentario muy aireado £ltimamente por parte de un grupo pol¡tico
que todos conocemos.
Le dir‚ que esta carta se la escribo para decirle que
leyendo su peri¢dico de fecha 3 de Junio del a¤o pasado, veo que
los escolares de Melilla hacen sus excursiones por distintos
lugares de la ciudad. El Pueblo, uno de entre los lugares que
imagino habr n visitado, en mis tiempos de colegial del Ataque
Seco, hoy Espa¤a, eran otros tiempos y los presupuestos no dar¡an
para esas cosas, los maestros, hoy profesores de EGB, con lo
bonita que es la palabra MAESTRO, no nos llevaban a esos sitios
tan llenos de historia, eramos nosotros los ni¤os, los que
hac¡amos las excursiones en plan libre, con riesgo de caidas por
las murallas de Tr pana, Alcazaba, Torre¢n del Bonete, por ‚ste
se bajaba al varadero de piedra situado junto a la Boca del Le¢n,
roca que todo el mundo conoce. No supimos nunca que El Pueblo
tiene unas calles vericuetas, calcadas de cualquier pueblo
castellano, con el mas rancio sabor de todas las regiones de
Espa¤a. Que est n rotuladas con nombres de personas que dieron su
vida para que hoy puedan esos colegiales recorrerlas sin el
problema de siglos anteriores. Que esos torreones, Desmochado,
Las Pelotas, Cinco Palabras, la Cal, etc, fueron construidos por
espa¤oles, a veces penados y soldados, todos juntos, por las
circunstancias en que viv¡an de aislamiento. En aquellos tiempos
pocas veces se constru¡a en plena paz. Ve¡amos los edificios, tan
fant sticos en su arquitectura modernista porque estaban ah¡,
nadie nos explic¢ que esos edificios, construidos tomando por
referencia calles de estilo alem n y de Barcelona de finales del
diecinueve, con chaflanes en vez de esquinas de ngulos rectos,
muchos de ellos fueron edificados por un arquitecto insigne,
catal n, Don Enrique Nieto, que desde 1909, a¤o de su llegada a
Melilla, construy¢ los mas bellos edificios de estilo modernista
que existen en Africa, lo cual todos los melillenses debemos
sentirnos orgullosos. La muestra la tenemos en nuestro
Ayuntamiento, edificio que sirve de v‚rtice en el abanico que
configuran las calles del centro. La Sinagoga que est situada en
la calle Francisco Lopez Moreno, Alcaide que mor¡a a consecuencia
del ataque de los fronterizos el dia 5 de Octubre de 1687. Que el
trazado a cordel de sus calles c‚ntricas fueron proyectadas por
dos militares del Cuerpo de Ingenieros, Redondo y La G ndara. Que Šnuestro parque Hernandez lleva su nombre por el general que mand¢
proyectarlo, pero su verdadero art¡fice fu‚ Don Vicente Garcia
del Campo, ingeniero militar. Y si observamos bien todos los
rincones del mismo, no se encuentra vestigio alguno, ni placa
conmemorativa del verdadero proyectista, ni nada que se le
parezca. Y si verdaderamente existe, pocos melillenses lo
saben, yo la he buscado en mis viajes y no la he encontrado. Los
responsables municipales tienen la palabra, y ser¡a hora de que
se le hiciera un peque¤o homenaje desde ese Palacio de la Plaza
de Espa¤a. Hubo hace muchos a¤os un cordob‚s de La Rambla,
llamado Don Julio Moreno, gran m£sico militar y paciente director
de la banda infantil de m£sica de los flechas de Melilla que s¡
le rindi¢ un homenaje al famoso Parque Hernandez. De sus
ense¤anzas musicales salimos varias generaciones de
musicos, unos mejores y otros menos buenos, yo soy de los
£ltimos. La calle Medina Sidonia en el Mantelete, donde se
encontraban los locales de ensayo, recordar los compases de
muchas zarzuelas y sinfon¡as, muy laboriosamente ejecutadas por
ni¤os de ocho a quince a¤os. Don Julio escribi¢ una suite llamada
"Aromas del Parque Hernandez". Debieramos preguntarnos si sus
hijos o nietos tuviesen esa partitura, podr¡an prestarla al
director de la banda u orquesta de Melilla para que la ensayasen
y el p£blico de la ciudad pudiera oirla. Yo me apunto para viajar
desde la Peninsula para deleitarme con su musica, y as¡
recordarla ya que siendo ni¤o la pudimos ejecutar dirigiendo y
ense¤andonos el mismo Don Julio Moreno. Desde ‚stas lineas le
pido disculpas a su hijo Manuel, Manol¡n para los amigos. El
profundo respeto que le ten¡a a su padre me ha llevado a hacerle
este peque¤o homenaje p¢stumo, aunque fue un melillense de
adopci¢n se sinti¢ hijo de Melilla desde siempre.
Y para terminar y no alargarme mas aunque materia hay y
mucha, como la historia de Melilla misma, y como dice Don
Francisco Mir Berlanga, el pasado de esta ciudad es de aventuras
y riesgos que debe ser conocido. Esperando ver publicada esta
carta, que solamente es de recuerdo para todos los de mi
generaci¢n, con un profundo amor a mi tierra, reciba un cordial
saludo.
LA LLAMADA DE LOS PARQUES
El parque de Lobera
desde su atalaya de Victoria Grande,
mira con amor de hijo
a su lejana Madre Espa¤a.
La llama con dulzura
ofreci‚ndole sus frutos:
" Es mi sombra de pinos, madre ".
Su hermano el Hern ndez,
con sus altas palmeras
y flores cantoras, le dice:
" La veo mejor que t£,
nos manda besos con el mar ".
Juan Jes£s Aranda L¢pez
Š
Sra. Directora de MELILLA HOY:
Soy un melillense que lleva residiendo fuera de la ciudad
treinta a¤os, y cada vez que viajo a ella me la encuentro
distinta, unas veces algo sucia, y otras menos sucia, pero nunca
como en los a¤os en que jugabamos en cualquier plazoleta de
cualquier calle. Esto no lo digo a¤orando el pasado, que ah¡
est , y que cada uno lo asuma como mejor lo desee. En aquellos
tiempos, d‚cada de los cincuenta y parte de los sesenta, Melilla
ten¡a un encanto que era muy dif¡cil de explicar a cualquier
peninsular en la misma Peninsula. Decian y dicen de nosotros, que
llevamos Melilla en el alma y la defendemos con u¤as y dientes
ante cualquier comentario que vaya en contra de la espa¤olidad,
comentario muy aireado £ltimamente por parte de un grupo pol¡tico
que todos conocemos.
Le dir‚ que esta carta se la escribo para decirle que
leyendo su peri¢dico de fecha 3 de Junio del a¤o pasado, veo que
los escolares de Melilla hacen sus excursiones por distintos
lugares de la ciudad. El Pueblo, uno de entre los lugares que
imagino habr n visitado, en mis tiempos de colegial del Ataque
Seco, hoy Espa¤a, eran otros tiempos y los presupuestos no dar¡an
para esas cosas, los maestros, hoy profesores de EGB, con lo
bonita que es la palabra MAESTRO, no nos llevaban a esos sitios
tan llenos de historia, eramos nosotros los ni¤os, los que
hac¡amos las excursiones en plan libre, con riesgo de caidas por
las murallas de Tr pana, Alcazaba, Torre¢n del Bonete, por ‚ste
se bajaba al varadero de piedra situado junto a la Boca del Le¢n,
roca que todo el mundo conoce. No supimos nunca que El Pueblo
tiene unas calles vericuetas, calcadas de cualquier pueblo
castellano, con el mas rancio sabor de todas las regiones de
Espa¤a. Que est n rotuladas con nombres de personas que dieron su
vida para que hoy puedan esos colegiales recorrerlas sin el
problema de siglos anteriores. Que esos torreones, Desmochado,
Las Pelotas, Cinco Palabras, la Cal, etc, fueron construidos por
espa¤oles, a veces penados y soldados, todos juntos, por las
circunstancias en que viv¡an de aislamiento. En aquellos tiempos
pocas veces se constru¡a en plena paz. Ve¡amos los edificios, tan
fant sticos en su arquitectura modernista porque estaban ah¡,
nadie nos explic¢ que esos edificios, construidos tomando por
referencia calles de estilo alem n y de Barcelona de finales del
diecinueve, con chaflanes en vez de esquinas de ngulos rectos,
muchos de ellos fueron edificados por un arquitecto insigne,
catal n, Don Enrique Nieto, que desde 1909, a¤o de su llegada a
Melilla, construy¢ los mas bellos edificios de estilo modernista
que existen en Africa, lo cual todos los melillenses debemos
sentirnos orgullosos. La muestra la tenemos en nuestro
Ayuntamiento, edificio que sirve de v‚rtice en el abanico que
configuran las calles del centro. La Sinagoga que est situada en
la calle Francisco Lopez Moreno, Alcaide que mor¡a a consecuencia
del ataque de los fronterizos el dia 5 de Octubre de 1687. Que el
trazado a cordel de sus calles c‚ntricas fueron proyectadas por
dos militares del Cuerpo de Ingenieros, Redondo y La G ndara. Que Šnuestro parque Hernandez lleva su nombre por el general que mand¢
proyectarlo, pero su verdadero art¡fice fu‚ Don Vicente Garcia
del Campo, ingeniero militar. Y si observamos bien todos los
rincones del mismo, no se encuentra vestigio alguno, ni placa
conmemorativa del verdadero proyectista, ni nada que se le
parezca. Y si verdaderamente existe, pocos melillenses lo
saben, yo la he buscado en mis viajes y no la he encontrado. Los
responsables municipales tienen la palabra, y ser¡a hora de que
se le hiciera un peque¤o homenaje desde ese Palacio de la Plaza
de Espa¤a. Hubo hace muchos a¤os un cordob‚s de La Rambla,
llamado Don Julio Moreno, gran m£sico militar y paciente director
de la banda infantil de m£sica de los flechas de Melilla que s¡
le rindi¢ un homenaje al famoso Parque Hernandez. De sus
ense¤anzas musicales salimos varias generaciones de
musicos, unos mejores y otros menos buenos, yo soy de los
£ltimos. La calle Medina Sidonia en el Mantelete, donde se
encontraban los locales de ensayo, recordar los compases de
muchas zarzuelas y sinfon¡as, muy laboriosamente ejecutadas por
ni¤os de ocho a quince a¤os. Don Julio escribi¢ una suite llamada
"Aromas del Parque Hernandez". Debieramos preguntarnos si sus
hijos o nietos tuviesen esa partitura, podr¡an prestarla al
director de la banda u orquesta de Melilla para que la ensayasen
y el p£blico de la ciudad pudiera oirla. Yo me apunto para viajar
desde la Peninsula para deleitarme con su musica, y as¡
recordarla ya que siendo ni¤o la pudimos ejecutar dirigiendo y
ense¤andonos el mismo Don Julio Moreno. Desde ‚stas lineas le
pido disculpas a su hijo Manuel, Manol¡n para los amigos. El
profundo respeto que le ten¡a a su padre me ha llevado a hacerle
este peque¤o homenaje p¢stumo, aunque fue un melillense de
adopci¢n se sinti¢ hijo de Melilla desde siempre.
Y para terminar y no alargarme mas aunque materia hay y
mucha, como la historia de Melilla misma, y como dice Don
Francisco Mir Berlanga, el pasado de esta ciudad es de aventuras
y riesgos que debe ser conocido. Esperando ver publicada esta
carta, que solamente es de recuerdo para todos los de mi
generaci¢n, con un profundo amor a mi tierra, reciba un cordial
saludo.
LA LLAMADA DE LOS PARQUES
El parque de Lobera
desde su atalaya de Victoria Grande,
mira con amor de hijo
a su lejana Madre Espa¤a.
La llama con dulzura
ofreci‚ndole sus frutos:
" Es mi sombra de pinos, madre ".
Su hermano el Hern ndez,
con sus altas palmeras
y flores cantoras, le dice:
" La veo mejor que t£,
nos manda besos con el mar ".
Juan Jes£s Aranda L¢pez
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