sábado, enero 28, 2006

Poema Enero 2000



Hoy en nuestra ciudad es gran día de fiesta
Hay que celebrar que comienza
La histórica fecha que nunca olvidaremos
¡ Ha nacido “El Melillero”!.
Barco que surcará el Mare Nostrum,
Acompañado en su navegar
Desde el cielo añil, de luz y de sol.
Que junto a crespones celestes
Irán sirviendo de guía
Por la larga travesía
Dejando tras su popa
Rizos de espumas plateadas.
De nombre “Puchol”
Como si de un niño se tratara
Hoy lo bautizaron.
Desde mi Málaga La Bella
A Melilla, su hermana chica
En la otra orilla del mar.



De cuando bautizaron el barco que cruza las dos ciudades hermanas.
Con cariño
Josefa Lermo Nebro
Málaga enero del año 2000

lunes, enero 09, 2006

Brisas melillenses 08/04/1999

BRISAS MELILLENSES

Escribir para alguien que espera ver reflejado algún recuerdo personal en lo que lee es algo que apasiona y produce temor, como especie de hacer el ridículo, pero siempre la lectura es una delicia si el libro es amable, en este caso esta humilde cuartilla.
Nuestro buen amigo Carlos Ordiñana, que me conoce hace ya tres décadas, y sabe mi amor por nuestra ciudad me propuso, con un poco de recelo, -pensaba que le iba a decir que no-, escribir en esta revista trimestral algo sobre Melilla y rápidamente le tomé la palabra y dije sí. Le dije que era un aprendiz de juntar palabras y que todo lo que me publicase esta revista serían recuerdos personales impregnados con la historia de la ciudad que vine a la vida.
A muchos de nosotros, melillenses de los cincuenta, la fogosidad romántica de nuestra juventud siempre perdura con los recuerdos; pienso que será por la apeninsularidad o lejanía de Melilla, aunque el haber nacido en ese puntito del norte de Africa es un galardón que hay que llevarlo como si fuese una condecoración.
La palabra envidia es uno de los pecados capitales que hay que desterrar por lo feo y absurdo que es. Yo en vez de llamarle envidia digo como Azorín: noble emulación. Esto viene a cuento porque aquí en Málaga residen muchos ceutíes y uno de ellos me comentó con sorna que Ceuta tenía cuatro cosas en un dicho popular rimando la última con Madrid : “Cuatro cosas tiene Ceuta/ que no las tiene Madrid, / el bonito, la caballa / el Acho y el Rebellín/. Y nosotros como ya sabéis: Tres cosas tiene Melilla/ que no las tiene Madrid/ el poniente, el levante / y el Telegrama del Rif/. Es una envidia infantil que me retrotrae otros gratos recuerdos de cuando las edades se injertan para no olvidarse jamás, la niñez y juventud, como aquella vez que le pregunté a mi padre por el significado de la palabra OAMSA, su respuesta fue sonriendo y recitando como un letanía:” Oh Animales Melillenses Subirse Aquí”. Se refería a la antigua compañía de autobuses de Melilla. Esta frase jocosa solamente la saben en la ciudad las personas que tuvieron el privilegio de ser jóvenes en los años del Charlestón, los felices veinte.
Como a todo hijo de vecino que le gusta hablar de las excelencias de su ciudad natal a mi me encanta hablar, comentar, discutir, a veces con firmeza hasta desarrollarlas y desmenuzarlas para explicarlas con humildad a quien quiera oírlas. Algunas veces me baso en los gratos momentos que pasábamos cuando éramos jóvenes , cuando hacíamos paseos interminables hasta el toque de retreta por la Avenida; los conciertos en el templete del parque Hernandez, los bailoteos en los diferentes casinos, el vitoreo en el Alvarez Claros cuando ganaba el Melilla, . Son tantos que enumerarlos sería largo en escribirlo, pero con la Historia de la ciudad, esa que la escribo con mayúsculas siempre me provoca una alegría interior. Empecé a descubrirla siendo un jovenzuelo curioso y bastante preguntón, y como dice Mir Berlanga: “Melilla es una ciudad llena de hechos históricos que merecen ser conocidos”. Como un pequeño dato histórico que todos conocemos diré que el baluarte de las Cinco Palabras está encima de la famosa Puerta de Santiago y mas abajo la también conocida ensenada de Los Galápagos. Pues bien, lo que muy poca gente conoce es el origen de llamarse así. Las cinco palabras era porque en lo alto del baluarte se ajusticiaban a los condenados a la pena de muerte y empezaban rezando: “Creo en Dios Padre Todopoderoso...”. Y con respecto a la ensenada de Los Galápagos se le llamó también de Los Viejos; el origen de este no he logrado averiguarlo y si alguien docto en la materia lo proporciona le quedaríamos agradecido porque enriquecería mis pobres entendederas y también porque todo el que lea esta publicación también lo reconocería.

Los paseos por la Avenida en los Años 50

La Avenida tiene un encanto
que las muchachas lucen;
el paseo es obligado
en las tardes de domingo.
Los coches no pasan,
la vigilancia militar
observa quieta.
Ellas se saludan cien veces
hasta el toque de retreta.


Málaga 8 de Abril de 1.999

Concurso t. Bonete III Septiembre 2000

EL ORO Y EL GUADALMEDINA

Corría el otoño de 1907 cuando Málaga, por enésima vez, se cubría de luto por la riada de sus barrios mas populares cercanos a la desembocadura del Guadalmedina. Río que de vez en cuando imponía su derecho de tránsito desesperado cuando, desde los montes cercanos, cerca de Casabermeja, el agua fluía arrastrando vidas y haciendas a su paso, llevando las desgracias a los malagueños que habitaban cerca de sus orillas en los barrios Percheles, la Trinidad y el Molinillo.

En el barrio de la Trinidad vivía una familia compuesta por el matrimonio y un hijo de apenas cinco años. El marido era tratante de ganado y poseía algunas tierras en Vélez Málaga que no le daban para apenas vivir; con lo que si se ganaba bien la vida era con el ganado, preferentemente con los caballos. Poseían una pequeña cuadra y una herrería muy cerca de las calles de Mindanao y la de los Mármoles. Cerca de allí tenían la vivienda donde la esposa, costurera, cosía para la calle. Esta era mujer laboriosa y ahorrativa; el motivo de que guardara todo lo que podía era porque su padre la abandonó, siendo apenas una adolescente, junto a su madre y hermana pequeña dejándolas en la miseria mas absoluta para irse a América, embarcado en el “Heliópolis”, a la construcción del canal de Panamá para no volver jamás. Era mujer de campo y acostumbrada a las tareas mas duras; alta como su marido y su rostro con los grandes ojos azules reflejaban siempre el dolor y la pena por el abandono de su padre.

El marido era un hombre alto y de anchos hombros, tocado con el clásico sombrero de la época; el cabello negro y de ojos del mismo color azabache; con un espeso bigote que hacíale juego con el sempiterno grueso habano resaltándole en su cara de hombre noble y dándole ese aire de caballero galante que muchas mujeres de aquéllos años suspiraban por un piropo suyo.

Cuando llegó el desastre del Guadalmedina lo perdieron todo, incluso los animales que tenían en la cuadra. No tuvieron mas remedio que huir, junto a algunos vecinos, a los barrios altos de la ciudad.

A Francisco, que era el nombre del marido, ella se llamaba María y el pequeño Francisco, como su padre, le habían hablado de Melilla, plaza militar que había dejado de ser presidio hacía pocos años y empezaba a formarse como una ciudad moderna en la que hacían falta obreros manuales: carreteros albañiles, carpinteros, herreros y gente que entendieran de animales. Esto era lo que estaban esperando; él era un trabajador manual, sabía trabajar la madera y el hierro, calzando a los animales con las herraduras; fabricaba rejas para los arados y poseía un don para el dibujo que le hacía ser un forjador de celosías y rejas para ventanas en la fragua. El dinero ahorrado por su mujer durante el tiempo que llevaban casados fue como un pequeño maná caído del cielo. Ese dinero le servirían para vivir algunos meses sin holgura y sin pedir nada a nadie. No se lo pensaron, era apremiante salir de la ruina que tenían encima, sin casa, sin enseres y solo con el dinero ahorrado. Francisco sacó el pasaje y puso rumbo a la aventura a la ciudad española del norte de Africa, donde la gente vivía cómodamente, eso decían, y sin tener que pensar en las crecidas de ningún río.

Al arribar al pequeño puerto de Melilla, cercano al muelle de la Compañía de Mar, se encontraron a un familiar de Francisco que ya llevaba en la ciudad varios años trabajando para la intendencia militar. Por lo visto este familiar había servido, como soldado escribiente, en el Regimiento de Infantería Borbón nº 17, cuando la Guerra de Margallo o “Guerra Chica” quedándose, como muchos soldados, después de su licenciamiento, a vivir en la ciudad. Este les informó que para entrar en la Plaza debían ser avalados por alguien residente, ya que sin ese requisito tardarían varios días o meses en darles el permiso de entrada, siendo a veces preciso la devolución al lugar de origen de la familia. Esto era debido a que mucha gente de mal vivir se colaba en Melilla al abrigo de los cuarteles buscando “El Dorado” o dinero fácil. El familiar, viendo el problema que se le venía encima a Francisco, si nadie daba la cara por él, le firmó el aval y le procuró, con algo de influencia, la famosa Capona de familia. Esta era una ración militar de etapa, o sea, de treinta días, de un soldado en África. Al decir soldado se refiere a todas las graduaciones. Cada graduación tenía su Capona o ración. A Francisco y su familia le procuró el familiar una Capona de suboficial para un mes; así que ya podían respirar, y comer, tranquilos.

La vivienda, procurada por el familiar, era una pequeña casa de dos habitaciones, situada en la cuesta de la Alcazaba. El alquiler lo debían pagar cuando empezaran a ganar algo de dinero. La casa era mas pequeña que la que tuvieron en su querida Málaga pero al menos estaban seguros de riadas catastróficas. A francisco le salió un trabajo de herrero y carretero en la carretera del campo, paso obligado de los fronterizos que iban a vender sus productos de huerta y comprar enseres que en sus poblados no existían. En el patio anexo de la vivienda, Francisco montó una pequeña fragua, decía que era para independizarse, que en ratos libres hacía trabajos por su cuenta. Herraba a toda clase de animales; llegando incluso a trabajar en el taller de la carretera del campo solamente mediodía.

María reanudó su trabajo como costurera y al mismo tiempo cuidaba de algunos niños en la miga que montó en la habitación que servía de comedor. Muchas madres, que tenían que ir a servir a las casas de personas pudientes de la ciudad, dejaban a sus hijos, con toda la confianza, en la casa de Doña María, “La Modista”, por unos céntimos al día. Muchos niños mayores tomaban clases de María, ya que era una de las pocas vecinas que sabían leer y escribir, y por supuesto coser, siendo por todos los vecinos muy respetada. Esto hizo que la economía familiar engordara un poco y Paquito, como lo llamaba todo el mundo, crecía entre los niños de la miga y los hierros y bestias; siempre juguetón y lleno de tizne de la fragua de su padre, dándole a la manivela del ventilador y queriendo martillear en el yunque al mismo tiempo que su padre.

A los judíos, huidos de Beni Sidel varias décadas antes, les habían construido unas viviendas en lo que hoy es el Barrio Hebreo del Polígono y Francisco, que había trabado amistad con algunos de ellos, compartiendo las mismas miserias y desgracias con varias familias hebreas se trasladó, junto a ellas, al Polígono.

Allí empezó la andadura de la familia como muchas otras de aquéllos años en que Melilla se expandió hacia lo que actualmente son los barrios extremos.

Francisco logró comprar, con el dinero ahorrado, una pequeña parcela en el río de la Olla o arroyo del Polígono, montando rápidamente una fragua y la vivienda. Como allí se reunían los fronterizos para vender sus productos, dejando a los mulos y burros en la calle, hizo una cuadra junto a la fragua y montó una posada dedicada únicamente para animales; cobrándoles a sus amos una pequeña cantidad por el pienso y la estancia. También sacaba algo de dinero con el estiércol que vendía como abono a los mismos fronterizos. El no paraba de trabajar en su fragua, haciendo toda clase de trabajos en el que pudiera ganar dinero. También estuvo un tiempo trabajando, como peón, en la construcción de la línea del ferrocarril que enlazaba las minas de hierro de Guelaya (Uixan) con el puerto de la ciudad.

Por aquéllos años abrieron dos tabernas en el Polígono bautizándolas con los nombres, una “La Maja” y la otra “El Mortero”; cada una de ellas en una esquina del edificio cuadrado situado en el actual Rastro.

Cuando Paquito contaba veinte años ya sabía conducir un coche y una de las pocas motocicletas con sidecar, “Harley Dawidson”, que había en Melilla. El permiso de conducir se lo dieron cuando llevó al ingeniero de Tráfico, junto a él, por la pista de la frontera de Farhana hasta la vuelta a la plaza de España. El padre, que ya manejaba dinero con holgura, le compró un coche, “Ford”, con estribos. Paquito era tan responsable que al cumplir los veintiuno se sacó una licencia de taxi y empezó a trabajar como un hombre que tuviera carga de familia; cuando realmente no le hacía falta por tener el taller, la fragua, la posada de las bestias y unos padres que no le negaban nada.

Esta familia llegó a ser numerosa por el matrimonio de Paquito, ahora Francisco, al casarse con una muchacha de Melilla y tener ocho hijos que aún residen en la ciudad con sus nietos, como muchas otras familias llegadas en aquéllos años. Familias que conocieron, para sus desgracias, las guerras de 1909, la del Barranco del Lobo; la 1ª Guerra Mundial, que también llegaron sus coletazos a España a pesar de no participar en ella; la de 1921 con su Desastre de Annual que estuvo a punto de que Melilla cayera en manos del rebelde Abdelkrín El Jatabi; la Guerra Civil de 1936, la mas cruel de todas las guerras, la que lucharon entre hermanos y murieron mas de un millón de personas por ambos bandos y la 2ª Guerra Mundial, que tampoco España participó pero si que la sufrió en sus carnes ya que fue en los años de la posguerra del 1936, cuando Europa ardía por los cuatro costados salpicando a los cinco continentes de su locura.

Hoy esta familia puede sentirse orgullosa de ser una de las pioneras del engrandecimiento de Melilla como ciudad española hecha a golpe de sacrificio durante cinco siglos por militares y civiles que lograron construir la ciudad que actualmente podemos admirar en sus calles y la peculiar idiosincrasia de sus gentes.


El Guadalmedina es un río
Que canta a la Málaga riente.
Hoy tiene su lecho seco
Lleno de guijarros y arena.
Su presa del Limonero
Se bebe su agua entera.
A Melilla su río Oro
Solo la refresca a veces
Y otras cuando va crecido
Parece que la ahoga.
En recuerdo de las inundaciones de Septiembre de 1907 en Málaga y las del 19 de Febrero de 1985 en Melilla.

































Juan Jesús Aranda López
Málaga Septiembre 2000

Concurso t. Bonete II Septiembre 2000

PARQUES LOBERA Y HERNANDEZ

Los parques, o pulmones, Hernández y Lobera, como toda Melilla y su historia, dan para muchos versos, vocablos amados de ternura. Para el llano Hernández, el de Don Venancio Hernández Fernández, general que ordenó construirlo en forma de cañón, con sus altas palmeras y parterres floridos y para los niños patinadores que se deslizaban junto al estanque de los patos cerca de la famosa pajarera; donde siempre se podía oler a hierba arrancada a la intimidad de sus jardines. “Te espero por fuera de la Pajarera, y no me tardes”; solían citarse mucha gente. Cuando, al atardecer, se escuchaba el toque de oración desde el cuerpo de guardia de la Comandancia en el que obligaba a todo transeúnte pararse y mantenerse firme mirando a la bandera cuando era arriada. El que tocaba la corneta solía ser un soldadito pelón y bajito, componente de la banda de cornetas y tambores del regimiento que aquél día le tocaba la guardia en el edificio que residía el Comandante General de la Plaza. Cuando el turno era el de La Legión la corneta solía ser de mayor tamaño y el sonido, como es lógico, era mas grave. Al templete de la música, muchos de los mayores le llamaban cenador, tan apoteósico, cuando a las 12 de la mañana de muchos domingos otoñales el sol blandía sus rayos. El recuerdo de un niño de grandes ojos y con la cara turbada por la emoción, su sonrisa blanca parecía perenne compañera de sus labios encendidos; era moreno con el pelo ensortijado, componente de la banda infantil que ensayaba cada tarde en el Mantelete. Aquel día interpretaba un solo de trombón de una obra de Wagner. Al final de la misma el director, Don Julio, batuta en mano y sonriente, orgulloso de su trabajo lo alzó con sus brazos y lo puso de pié en una silla para que todo el público supiera quien había sido el artífice de tan magnífica actuación. El niño parecía ser el mas pequeño de toda la banda. Viendo a sus padres y hermanos aplaudir como una verdadera claqué de un teatro cualquiera y al numeroso público entusiasmado gritando vivas y bravos, parecía flotar en una nube. Aquello, aquél niño, lo recuerda siempre que va a un concierto o escucha la famosa obra del gran músico alemán.

El otro parque, el empinado Lobera, ahijado de Don Cándido, militar, alcalde, periodista-fundador del periódico “El Telegrama del Rif” y gran prócer de Melilla. Parque florido, áspero y sombrío, con su tupida arboleda y los bancos de piedra; donde resonaban las recias pisadas militares con sus tachuelas chirriantes en las plazoletas y pequeñas alamedas festoneadas de flores; todas de diferentes olores y colores, con escaleras cortas y ribazos regados con el agua de la Bola del Mundo. El canto de esa agua era como un rumor de hojas secas navegando por una playa donde las olas se desbaratan y vuelven a formarse entre la espuma y la arena. Había ocasiones que sus jardines estaban tan desamparados que a los arboles le caían lágrimas de rocío rogando cuidaran sus silenciosos pensiles. Siempre era la época en que el otoño les hacía desprenderse de sus hojas moribundas para que salieran sus hermanas en primavera. El Lobera era el verde paraíso de los amores infantiles, testigo mudo de los juegos de muchos niños, por ser un parque solitario donde solo acudían las parejas de enamorados y las niñas del colegio de la Divina Infantita en fila de a dos cantando: “vamos niñas/ al sagrario/ que Jesús llorando llorando está.....”. También se podía ver algún soldado pipiolo perdido entre los arboles ensimismado, mirar hacia el cielo, escribir a su lejana familia o alguna amada peninsular.

A veces desde su atalaya de Victoria Grande, cuando se desploma la noche de Agosto, muchas figuras del cielo se multiplican con la luz que la Luna expande sobre el. Los aromas intermitentes, mezclados con los ruidos de las cornetas cuarteleras, atraviesan la tranquilidad de los vecinos sentados a las puertas de sus casas comentando: ”Ya están tocando fajina en el 52”. “No, eso es retreta y parte”.

Los estampidos chicos que sonaban desde el Pueblo en su verbena, en los barrios de La Alcazaba y Ataque Seco, se oían con alegría; era la primera feria de barrio en la ciudad. La seguirían la de Cabrerizas en su Paseo de Colón; la del Tesorillo celebrando su baile en el patio del parque de bomberos o el de tracción mecánica; el Hipódromo; el Real y finalmente la del Centro, la mayor de todas, en la Plaza de España, Parque de Hernández, Teniente Coronel Seguí y Cargadero del Mineral, cerca de la Casa de Socorro.

En todos los festejos o verbenas, como es lógico, los soldados en Melilla eran muy numerosos hasta la hora de su retirada hacia sus acuartelamientos, que siempre solía ser a la hora del toque de retreta, sobre las nueve de la noche. Para mucha gente los soldados parecían ser clónicos; todos estaban pelados casi a rape a lo Gotarredona; estilo que tomó del nombre del Comandante General Don Ramón Gotarredona, que dejó una honda huella de disciplina en muchas generaciones de militares en Melilla, al que le atribuyeron el comentario jocoso de que cuando lo destinaran a las Islas Canarias iban a llegar los plátanos derechos. Las caras de respeto de los soldados, mezcladas con miedo y disciplina hacia la vigilancia militar, siempre parecían ser las mismas de un año para otro; solo que los de Regulares y La legión cambiaban por el color de sus uniformes.

El parque de Lobera
desde su atalaya de Victoria Grande,
mira con amor de hijo
a su lejana madre España.
La llama con dulzura
ofreciéndole sus frutos:
“es mi limpia sombra de pinos, madre”.
Su hermano el Hernández
con sus altas palmeras
y flores cantoras, le dice:
“la veo mejor que tu
y nos manda besos con el mar”.



Juan Jesús Aranda López
Málaga Septiembre de 2000

Concurso t. Bonete I Septiembre 2000

ATAQUE SECO


En el cerro de Ataque Seco las cabras pastaban todas las tardes cerca de la Batería de Costa, destacamento perteneciente al Regimiento de Artillería de Melilla , donde cada día a las doce en punto de la mañana disparaban un cañonazo de estropajo prensado recordando aquellos que obligaban a los presos libertos del pasado siglo volver al recinto del Presidio por el túnel del Hornabeque a las horas del rancho y retreta. Este del mediodía se quedó de recuerdo durante muchos años: “.....Señora María, ¿sabe usted la hora que es?..... Pues no sé hija, pero serán las once y media pasadas porque aún no ha sonado el cañón”.

Anselmo, el cabrero, hombre cazurro procedente de los montes de Málaga, solía cantar verdiales al mismo tiempo que liaba un grueso cigarro de picadura en plena ventolera de la tarde. Jamás se le caía una brizna de tabaco. Con su encendedor de mecha amarilla con varios nudos y dándole caladas al tarugo, como él decía, cantaba y contaba historias de cuando las viñas de su padre en los montes de Málaga de La Axarquía enfermaron de La Filomena (Filoxera). En la fuente de Ataque Seco, la que existía junto a la Bola del Mundo (depósito de agua) fregaba la medida que llevaba en el zurrón junto a las hondas y tirachinas, ordeñaba a una de sus cabras, que siempre era la que tenía las tetas mas gordas. Esta cabra era la Gaseosa, llamada así por los pedos que soltaba, según Anselmo. “Anselmo, ande, haga que la Gaseosa se tire pedos, por favor”. Y realmente quien se los tiraba era el cabrero haciendo ver a los niños que era la pobre e inocente cabra. La leche tibia y sin hervir la daba a probar a todos los niños diciendo: “venga zagales que hay que crecer”. Mas de uno de esos zagales sólo llegaba a tomar un solo buche.

Al cabrero le hacía mucha gracia observar al burro del “Pistolero”, hombre que se ganaba la vida haciendo portes con su onagro y su carro. Cuando se ponía rebuznón, enamorao decía, era cuando sentía a la burra de Valero, negra y huesuda, piropearle con sus sonoros rebuznos desde la puerta del cementerio. Lo hacía con tanta energía que no le cuadraba con la vejez llena de mataduras en su fino pellejo sin pelo. Contaba que en Málaga cuando él tenía la misma edad de los que lo escuchaban lloraba lágrimas de plata; decía que era porque sentía temor y se avergonzaba de que lo vieran hambriento. En su casa siempre había hambre y disgustos. “..Mi estómago me llamaba bandido cuando tardaba en echarle algo de jalar”. Todo ésto lo contaba recostado en uno de los eucaliptos, en la zona de los arboles al final de la calle de Castellón de la Plana, en la ladera del monte junto al cementerio, la que siempre se encontraba solitaria. Rara era la vez que se oía el trepidar del motor de un coche desahogándose del esfuerzo de la subida de la Cañada (Castelar) o Padre Lerchundy con sus adoquines. Como todos los pastores, él decía que era lechero, tenía un perro de nombre Perro como el de Picasso. No creo que llamara a su chucho como el de su famoso paisano, autor del Guernica. “Oye perro venpacá y gánate la comía”. El nombre no era peyorativo ni mucho menos, él adoraba al animal y decía que como era un perro y no podía ser bautizado sólamente se le podía llamar lo que era, un perro y se acabó.

A veces los niños esperaban a Anselmo, cuando regresaba de la zona de la Alcazaba, por Victoria Grande; fuerte carcelario donde figuraba en su puerta principal la leyenda: “Odia el delito y compadece al delincuente”. En el que se cubrieron de gloria el 8 de Enero de 1775 el Teniente de Artillería Don Antonio Falcón, el Teniente de las Compañías Fijas Don Miguel Zazo y el cabo de las mismas compañías Don Alonso Martín con doce confinados. Hasta los presos arrimaban el hombro en defensa de la españolidad de la ciudad. Un amigo de Juaneles vivía en la calle rotulada con el nombre de uno de esos héroes, calle de Miguel Zazo, nombre que siempre les resultaba extraño.

En la grata sombra de pinos cargados de piñas, en el parque de Lobera, con el frescor de las agujas verdes recién caídas y algunas secas por el tiempo muchos niños se revolcaban en el pequeño bosque observando a las parejas de enamorados sentados en los bancos parecidos a grandes nichos horadados en la pared. Los ladridos de los perros de las casas vecinas a la Bola del Mundo anunciaban que Anselmo se acercaba con su rebaño capitaneado por Perro. Los niños que aguardaban el desfile de las cabras no poseían nada y lo tenían todo; no tenían juguetes y nunca se cansaban de jugar sin ellos. Paquito Rendón con el diente mellado dentro de su boca de gruesos labios le decía a Juaneles que tenía una cabeza que era como un castigo llevarla en peso entre los hombros eternamente, de gorda que era. A veces los dos se miraban en los cristales de los escaparates de las tiendas del centro y riéndose como él sólo sabía hacerlo, enseñando la gran mella, reconocía que sus hombros también portaban una chola bastante desarrollada y además pelada a semi-rape, l’parisié, como te aconsejaba tu madre, y bastante cortito. Así los piojos que pudieran trasladarse de otras melondras en el colegio estarían mas controlados que si lo llevases largo.

Otro personaje popular era Juan El Arropiero “La meona”. Este último era un mote cruel que alguien le impuso por las micciones incontroladas que tenía a pleno día. Juan era un hombre noble y dipsómano que según las malas lenguas se bebía una frasca de vino de un solo trago y cantando un fandango en la tasca de Garrampín, en la calle de Castellón. De su brazo llevaba colgada una gran cesta de mimbre llena de toda clase de golosinas guarrindongas y en la otra mano portaba un grueso palo que mas bien parecía el mástil de una bandera forrado de arrope por su parte alta: “...niños y madres guapas, tengo arropía a gorda el cacho”. El caso es que su arropía estaba dulce con algarrobas o sin ellas. Las manos renegridas con las uñas largas y sucias portaban una pequeña navaja que cortaba el caramelo arropiero en pequeños trozos.

Otras veces en vez de llevar el mástil con la arropía portaba una gran caña de azúcar que también pregonaba: “...niños a ponerse dulces para las niñas guapas, que solo cuesta una gordita el cacho”.A veces te daba un gran pedazo de cañadú porque decía que pesaba mucho y había que soltar lastre para poder andar mejor.

El cruel apodo de La Meona se lo decían porque cuando tenía que vaciar la vejiga estando en la calle y un poco ajumado y no fiándose de dejar la cesta y el mástil del arrope o la caña de azúcar con extraños solamente hacía dilatar el esfínter dejando correr la orina por las piernas abajo. Mas tarde todos los perros se le acercaban para olerle la bragueta habiendo veces que los apartaba con el palo de la arropía. La madre de Juaneles le tenía advertido que no debía comprarle nada al señor Juan, el de la cañadú. Una vez Juaneles le rectificó diciéndole que se llamaba La Meona. “....Que no le compres nada por la falta de higiene no te da derecho a ofender a ese pobre señor , así que ahora mismo vas a venir conmigo y te disculpas ante él ”. Cuando en presencia de la madre y sin culpa alguna, ya que él no le puso el apodo, avergonzado y lloroso le pedía perdón, el pobre Juan sonreía y magnánimamente con su pequeña navaja cortó el trozo de arropía mas grande que jamás había visto Juaneles.

Sin que sirviera de precedente la madre le dio permiso para comerse el trozo de dulce pringoso, y como las madres siempre llevan la razón, la dichosa arropía le produjo unas diarreas que le tuvieron sin salir de casa durante varios días. La madre decía que si estaba sin comer era mejor, así se curaría y se le quitarían las ganas de comprarle chucherías a ese pobre hombre que siempre va sucio y algo bebido.

Otro personaje veraniego en las calles Duque (Teruel) y Castellón era el vendedor de helados. Un hombre serio con un gorro blanco de forma militar al que solo le faltaba la borla colgándole que empujaba un carrito con techo hecho de tela ribeteado con un encaje parecido a una cortina de cocina. El carrito llevaba dos depósitos de helado y en cada uno de ellos había de dos y tres sabores. Cuando al mediodía, a la hora de la siesta, se detenía en la calle de Castellón, a la altura del Callejón del Aceitero, su voz era tan sonora que parecía un tenor cantando una estrofa de zarzuela, todo serio y metido en su papel de cantor. Este heladero-tenor despachaba a los chaveas con presteza: “...Venga niño que se “enfría” el helado”. Lo decía como si queriendo parecer gracioso y lo que conseguía era el rechazo de toda la chiquillería.

Enriqueta, La Kety, era otra figura vendedora, pero no ambulante, como los otros. La Kety era soltera y poco agraciada en belleza, con ademanes un poco bruscos que en nada se parecían a su condición de mujer. Vendía, alquilaba y cambiaba tebeos y novelas de todas clases. Las novelas del Oeste, de Marcial Lafuente Estefanía, en la que siempre ganaba el muchacho alto que al final era un agente de la ley; las de amores lacrimosos de Corín Tellado; los tebeos del Guerrero del Antifaz, F.B.I., con los inspectores Jak, Sam y Bill; los del Capitán Trueno y tantos otros. El padre de Juaneles le decía que prefería verlo con un tebeo en las manos que verlo fumar un cigarro de matalahuvas, fea costumbre de algunos niños de Melilla allá por los cincuenta.

Cuando se entra en La Purísima, cementerio de héroes, parece como si se sobrecogiera uno en su silencioso jardín leyendo nombres y epitafios poéticos de recuerdos en mármoles que un día fueron blancos, donde las supremas y honrosas fechas de gloria en cronológicas circunstancias debieran ser recordadas siempre, donde reposan gente de lejanas edades que murieron en tierras que sirvieron de escenarios de batallas inútiles, como todas. La pandilla de la calle Castellón iba a menudo al cementerio en plan de exploradores, nunca por la puerta ya que en el cementerio de Melilla, a los niños sin acompañante adulto les estaba prohibido la entrada. La pandilla siempre encontraba a un venerable y elegante anciano apoyándose en un bastón, que mas bien parecía un báculo, de largo que era; vestido con un traje bien cortado, de color marfil, con el clásico pañuelo blanco en el bolsillo superior de la chaqueta y las solapas llenas de ceniza y algún lamparón de varios meses. Calzaba unos zapatos negros recién lustrados y un recortado bigote que parecía salir de una antigua fotografía como las que tenía la abuela de Juaneles en una vieja caja metálica de galletas de cuando la República donde guardaba sus tesoros mas preciados; las fotos y papeles amarillentos de su marido muerto y de su hijo Juan, su descansado, nunca se refería a él por su nombre, muerto en la guerra del 36.

Aquél anciano era un militar de alta graduación, retirado, que a veces era un bondadoso abuelo de todos los niños y otras se le veía triste y ausente. Cuando veía trotar a los niños entre las tumbas, con el jolgorio y la despreocupación que siempre acompañaban a Juaneles y sus amigos, decía que nunca se deben pisar las flores brindadas a los héroes.

En el transcurso de los años Juaneles y sus amigos supieron que aquél anciano visitaba diariamente la tumba de su hijo, muerto en extrañas circunstancias. Ahora, aquéllos niños de los cincuenta, saben que el mejor homenaje a los seres queridos que nos van faltando es mantener ese hilo conductor en la memoria siempre sin romperlo.

Cementerio de la Purísima,
silencioso jardín junto al acantilado.
Tus moradores miran al cielo
cuando las gaviotas se lanzan al mar.
Tu Angel de bronce,
gigantesca estatua las guia.
Las flores de otro jardín,
en jarros de cristal y lata,
llevadas con pena y amor,
mustias y secas están.
El Sol, dios ardiente, las quema.
Las tuyas, hermosas y frescas,
se alimentan de la tierra
empapadas de recuerdos.





Juan Jesús Aranda López
Málaga Septiembre de 2000

Sabor, olor y color 14/06/2000

Yo defino a mi ciudad, Melilla, como los grandes cocineros a sus guisos, por el olor, el sabor y el color.
El Olor es el que siempre tiene en sus parques Hernandez y Lobera. El del general Don Venacio Hernández tan llano y límpio siempre, con las alamedas de rosales, que mas de uno, incluso pinchándose, acortaba la vida de una para meterla en un vaso de agua y algunos de sus pétalos secos quedaba petrificado en una página de un libro cualquiera. El olor que despide el de Don Cándido Lobera, segundo pulmón de la ciudad, con sus jardines rindiendose a los piés de la frondosidad y quietud de sus arboles. Recuerdo también en verano los eucaliptus de la plaza de la Comandancia de Obras, que por cierto estarán a punto de cumplir el siglo, y si no es así ya habrá alguien que lo sepa con exactitud y me lo rectifique. Existen fotografías antiguas donde se observan ésos arboles delgados casi recién plantados, y creo recordar que las fotografías son de 1909. Recuerdo el olor de Rostro Gordo y su pinar, pareciendo tener una llave que regula algo del oxígeno que se respira en la ciudad. Y bajando al Rastro por el barranco del Polígono y mini-río de la Olla, me gustaría saber porqué le llamaban así a ese arroyo, se quedaba impregnado el olor a hierbabuena y té de los cafetínes mezclados con el kif fumado en pipas largas que se consumían de dos chupadas. El olor de las verduras y frutas del día, llevadas por esos pequeños rocines que mas bien tenían la fuerza de un mulo, porque después de traer la carga para su venta volvía con su dueño despatarrado en sus lomos. Los zapateros del Polígono, casi todos judíos, oliendo a cuero y al caucho de las ruedas de los camiones para recomponer los zapatos viejos y usados. Alberto, buen judío, y su hijo, lateros que hacían jarrillos y recomponían ollas que se rompían apenas se hacían dos guisos. Pero el olor que mas me gusta es el que sube por los torreones que circundan el Pueblo cuando te asomas queriendo ver la otra orilla, y solo divisas la esperanza de que España está allí, en tu mirada de hijo suyo. El olor salitrero de la "piedrahogá", la isleta que saluda al cementerio preñada de mejillones en punta.


El Color añíl de nuestro Mediterráneo, arañando los acantilados y lamiendolos a veces, como un animalillo hambriento de teta materna, aunque muchos son los besos que desprenden sus olas con sus ojos blancos de espuma. En las playas Cárabos y San Lorenzo podemos ver la fuerza del amor con que les grita. El color del sol cuando se derrama haciendo cascada luminosa, y el del alba con la solemne majestad del Gurugú, montaña de constante vigilancia. Hubo un tiempo que Marte la vistió varias veces de negro luto por sus hijos caídos, pero el Angel de bronce los guarda en La Purísima con celo de amor perenne. Desde las alturas de Cabrerizas, Barrio de la Victoria y Ataque Seco se puede ver el color de la Melilla inmóvil en sus calles y plazas, como un La sostenido huyendo de su campana musical quedando suspendido en el aire azul como su bandera.


El Sabor, aunque abstracto, lo puede notar quien la ame con el alma de español. No es sabor físico como un buen plato condimentado, es el sabor de ver sus calles sin laberintos donde se sumergen en el modernismo de sus edificios y los barrios hechos a cordel, como me decía un anciano venerable amante de la ciudad. El sabor de los túneles silenciosos que visitábamos en nuestra inconsciente niñez sin ver el peligro que entrañaban las cuevas y bóvedas oscuras, horadadas hace siglos por los guardianes de la Plaza. A estos guardianes y próceres, Melilla los honra agradecida bautizando sus calles con sus gloriosos nombres. Se puede saborear la historia de sus proezas con solo leer Juan Sherlok en una de las calles del Polígono, Mariscal que fue enviado a Melilla para la defensa del famoso Sitio de 1774. Miguel Zazo, teniente que murió en 1779 en defensa de la Plaza. Lopez Moreno, Carlos de Arellano y tantos otros civiles, como Don Cándido Lobera Girela, fundador y pionero de la prensa escrita. Y para mi el insigne arquitecto Enrique Nieto, proyectista de muchos de los bellos edificios que configuran la ciudad, siendo, a pesar de falta de modestia, mas bien orgullo, envidia de muchos arquitectos. Todos se quedan en la orilla de nuestra memoria por las obras que dejaron para siempre en la ciudad.

No lo puedo remediar, cada vez que me pongo a reflejar algo de mi ciudad en un papel me da la vena del sentimentalismo. Yo tengo una especie de manantial que nunca deja de brotar españolidad y amor por Melilla.
Os doy un abrazo y que os vaya bién

Juan Jesús Aranda

Españolísimo 25/04/2000

Yo soy nieto, hijo y padre de malagueños, pero melillense de nacimiento y como tal ejerzo mis derechos de hijo legítimo de la ciudad. Así se lo dije a un buen señor que se extrañaba de mi celo por la patria chica. "Os creéis mas españoles que nadie", me decía, creyendo que mi amor por Melilla es enfermizo . Mi amor por la ciudad que me vio nacer es el mantenimiento de una llama viva a la que procuro nunca deje de alumbrarme en mis pensamientos. Mientras que en Europa sonaban tambores de guerra y todas las naciones del mundo la acompañaban con los clarines militares cabalgando a lomos de los caballos del Apocalipsis, mi madre se encontraba con los dolores de parirme. A pesar de la fecha tan desastrosa para España y el mundo yo vine a la vida con todos los permisos avalados por mis padres. A esos años tan difíciles, mi padre les llamaba, en plan castizo, años del dibujo, queriendo referirse al hambre que padecían la mayoría de los españoles, y a pesar de todos los pesares mi infancia fue feliz y eso es lo que mejor recuerdo. A pesar de que en Melilla, en aquellos años tan gloriosos y sobrándonos a los niños todas las horas del día yo siempre llegaba tarde a mi casa con cualquier excusa sazonada de mentira juguetona. También recuerdo la hermosura y belleza de sus calles recoletas, anchas, estrechas, escalonadas y de cuestas. A los dos pulmones verdes Hernandez y Lobera. Al cementerio de la Purísima, hogar eterno de héroes donde también reposan mis muertos.
Sin tener idea de como se coge un pincel, yo tengo a Melilla pintada en un cuadro en mi mente donde la veo con la nitidez de un amanecer primaveral vista desde el Gurugú. Nunca la veo con colores grises ni difuminados, para mi siempre es clara y limpia. Desde ese monte, donde Marte se enseñoreó en 1909 pareciendo que se ríe desde su ruinoso castillo, puedo divisar todo el verde y azul del mar juntándose con el añil del cielo y besándose desde sus playas. Y si bajo la mirada parece que el aire canta con el sonido de un clarinete acompañándole el aullido de un perro de media noche en las callejuelas de Ataque Seco. El calor humilde que Melilla tiene reservado para sus visitantes es la tónica de sus ciudadanos. Nuestro venerable idioma de Cervantes, a todos los nacidos en la ciudad, nos hace surcos profundos desde hace 500 años. Cuando le dije que mi ciudad lo guarda como una gran riqueza salida del crisol de las distintas culturas que la componen, quedó un poco extrañado creyendo otra cosa, le parecía raro que un musulmán, un cristiano, un judío y un hindú pudieran convivir en un trozo de tierra tan pequeño.
Hay también gente que a los cristianos nacidos en Melilla nos llaman, peyorativamente hablando, moros, como si esa palabra fuese ofensa alguna. Pérez Galdós decía al respecto : " El moro y el español son mas hermanos de lo que parece. Quiten un poco de religión, quiten otro poco de lengua, y el parentesco y el aire familiar saltan a los ojos. ¿Qué es el moro más que un español mahometano?". Como yo no soy tan cultivado como Don Benito les remito al diccionario y que escojan la acepción que mas les cuadre.
Como todo el mundo, yo tengo un lugar en mis pensamiento tan romántico que cuando escribo de mi tierra, Melilla, es como si llegara al oasis de mi vida. Hay quien le llamaría cursilada, sin saber que es el recuerdo de lo que hicimos en la niñez y juventud, siendo esto el principio de gestos y maneras que llevaremos toda nuestra vida, aunque a algunos les pese como una losa hasta que se le olvide de respirar.
Un abrazo y que os vaya bién.


Juan Jesús Aranda López

W.C. 21/02/2000



“W. C. No es lo mismo en Inglaterra que en la Costa”. Este título lo da Mateo Gallego y Francisco Lancha en: “Málaga en la Leyenda” de Editorial Arguval y creo que merece la pena que reproduzcamos un pasaje que viene a cuento por las dislocaciones que el idioma de Cervantes padece en todo el País con letreros y títulos de canciones en inglés que muchas personas lo sentimos como si nos avasallaran, dándole patadas a nuestra Real Academia con toda la ignominia felona, eso sí, cursilona e ignorante a mas no poder.
Dice que Jorgito, el Inglés, en los años cuarenta, cuando terminó la II Guerra Mundial abrió una hospedería en lo que hoy es el Castillo de Santa Clara en Torremolinos y en Málaga, que muchas familias, debido al auge turístico deciden enviar a sus hijos a Inglaterra para aprender el idioma inglés y cuentan que unos padres viajaron al sur de ese país para conocer el sitio donde iba a residir su hijo. Al regreso se dieron cuenta que no habían visto los aseos de la vivienda, es decir, nuestro retrete, que en inglés es Lavatory al que cursimente llamamos W.C. que quiere decir Agua Residual . Muy preocupados pidieron informes que recibieron a vuelta de correos.
Resulta que lo que W.C. significa para nosotros no es lo mismo para los británicos, que lo entienden como White Church o Iglesia Blanca, esto es, templo anglicano. La respuesta del inglés fue la siguiente: “ Estimado señor: tengo el gusto de informarle que el lugar al que hace referencia se encuentra a doce kilómetros de la casa, lo cual hace que resulte algo alejado, sobre todo si se tiene la costumbre de ir con frecuencia. Algunas personas se llevan la comida y permanecen allí todo el día, Algunos, van a pié, pero otros van en tranvía, por lo que siempre llegan en el momento preciso. Hay lugar para cuatrocientas personas sentadas y otras cien de pie, los asientos están forrados de terciopelo rojo. El aire es acondicionado, se recomienda llegar temprano para encontrar sitio. Los niños se sientan todos juntos y cantan a coro. Al entrar se entrega a todo el mundo un papel. Cuando se acaban los papeles, los que no tienen usan el de la persona de al lado. Al final se recogen los papeles para que sirvan para toda la temporada. Hay fotógrafos especializados y estas fotos se publican en el diario de la ciudad para dar a conocer este admirable servicio. Suyo afectísimo “.
Desde estas líneas propongo que hagan una ley en la que obliguen a todos los lugares públicos la obligación de que figuren en los sitios donde se defeca y orina sea llamado con su verdadero nombre: Retrete.
Y ya que estamos, escatológicamente hablando, os diré un poema de Alfonso Sastre de cuando estuvo en prisión por cuestiones políticas en Alcalá de Henares: “Tú, desnudo retrete, retreteas/ la poca habitación en la que ahora habito./ Por mas que me separo no te evito/ y si yo en ti me cago, tú me meas”.
Si leéis esto en horas de trabajo espero haber arrancado una sonrisa de vuestros labios. Así que recibid un abrazo y hasta la próxima.




Carta a El País 17/01/2000



¿Cuándo el Estado español, mas bien el Gobierno de turno, le plantará cara al vecino del sur, al hermano menor y le diga de una vez por todas que las dos ciudades españolas del norte de África, Ceuta y Melilla, no deben entrar en ninguna conversación de ningún nivel diplomático? A no ser que sean de temas de buenos vecinos que están condenados a entenderse, como decía el hermano mayor, ya fallecido.
Me extraña el portavoz del gobierno alauita cuando dice: “El Gobierno marroquí muestra su gran extrañeza y lamenta estas declaraciones inapropiadas que intentan proyectar en el porvenir un anacronismo del pasado”; por las palabras como representante del PP del Presidente del Gobierno Sr. Aznar en Melilla; éste por lo menos ha viajado a la ciudad, aunque haya sido buscando votos perdidos y echándose flores en loor de los pocos correligionarios que había en el pabellón de deportes, poniendo verde a la oposición, como siempre hace, oposición a la oposición. Mucha gente de su partido cree que debió hacerlo con el Rey en las dos ocasiones trágicas: rotura del depósito de agua de Cabrerizas y el accidente del avión en Tres Forcas. Ahí perdieron bastante popularidad entre la gente sencilla, que no entendíamos cómo era posible haber visto cuando la desgracia de Badajoz, al Príncipe Felipe y al propio Aznar con varios ministros estrechando las manos, uno por uno de los familiares de los fallecidos en la riada. Sin embargo a Melilla sólo la visitó un ministro de segunda línea, no un vicepresidente de los dos que existen en este gobierno, y una de las infantas con su marido. Y no digamos del V Centenario (1.997) de la ciudad, al que fue sólamente otro ministro de segunda fila cuando esas fechas fueron un acontecimiento que toda la Nación debió sentirse orgullosa y mas bien parecía la visita a una boda de un tío rico a un pariente pobre.
El sentimiento de soledad y abandono a que nos tienen acostumbrados las altas autoridades de la Nación con respecto a Ceuta y Melilla es de indignación, porque sólo vienen al rebusco de votos que volaron aburridos de tanta desvergüenza política. La muestra la vimos en las últimas elecciones locales, y algo de la otra, de la dignidad personal. De ésta, aderezada de bochorno, la sentimos en nuestra alma porque vemos que el vecino de enfrente, sin tener aspecto de esquiador deja plantado a nuestro ministro de AAEE, pareciendo mas bien una pataleta de Hermano pequeño cabreado. Según la balanza de pagos le debe al Hermano mayor unos cuantos milloncejos, a pesar de todo: como vayas otra vez a Ceuta y Melilla me cabreo y no te hablaré, y ahora me voy a esquiar. Yo, como muchos nacidos en esas ciudades no entiendo de política económica ni de la otra, la que vemos a diario en televisión o en los periódicos; lo que sí entiendo es la política de la calle desde que tengo uso de razón, y es que mi ciudad es España, y no quisiera que se leyera como el clásico tópico españolista patriotero; deseo que se entendiera que lo digo con toda la firmeza que se merecen los nacidos en esas dos ciudades históricas, y no de reivindicación, porque España no tiene que reivindicar nada, ya que es parte de su cuerpo.




Málaga 17 de Enero de 2000

Anécdotas compañero 21/12/1999

En los silos de mi memoria postal, a lo largo de treinta y siete tacos en la Casa, tengo guardadas muchas vivencias postales; hay una que no la presencié porque estaba en Barcelona dando zapatazos con el suavisalomos (llámese cartera de cuero A-1) llenito hasta las trancas, con paquetes en los brazos y varias sacas en el vespacar depositadas en porterías de confianza. Mas de uno se acordará de aquellos gloriosos años que más bien fueron penosos. Esta vivencia me la relató, como él sabía hacerlo, con esa gracia tan salerosa que emanaba desde lo mas profundo de su alma de malagueño; me refiero a nuestro compañero, mas como hermano, Antonio López Yeto, q.e.p.d. Este Antonio me contaba que hacía varios años, el compañero que repartía en el puerto de Málaga siempre andaba un poco despistado en el reparto y al retornar a cartería para hacer la devolución y pasar a lista todo lo referente a la misma, el encargado de clasificar todo lo devuelto se encontró con una carta informada así: “El velero Azafranes no ha tenido entrada en este puerto”. Y lo que verdaderamente figuraba en el destino era. “ Melero (o algo que rimaba con ése apellido) , Azafranes Puerto de Málaga”. Otro día este compañero entregó un certificado en un barco, y como es lógico, subió a bordo, saludó a un amigo que iba embarcado, y con la charla se les vino el santo al cielo y no se dieron cuenta de que al bajar al muelle se encontraron en alta mar y con dirección a la Argentina, y lo mas grave para él: la correspondencia de ese día la tenía en la cartera; como es natural se dio aviso a las autoridades y a la Administración Principal de Málaga. Cuando el barco hizo escala en Las Palmas pudo retornar a los pocos días a Málaga. Podremos imaginar el disgusto que tendría el pobre compañero pero no me negareis que la experiencia fue para hacer una película tragicómica.



Málaga Diciembre 1999

Hace poco tiempo 01/12/1999

Hace poco tiempo, un señor, entendido en historia de nuestra ciudad, me porfiaba que en Melilla solo hubo un único ferrocarril que era el que traía el mineral de Uíxan para descargarlo en el puerto; todo melillense sabe que el famoso cargadero de mineral servía para el atraque y carga de buques con bandera de muchos paises de mundo. Bien, ese era uno, quizás el mas importante y el que todos conocemos, pero mira por donde mi padre, criado en Melilla desde muy temprana edad, -murió octogenario y enterrado junto a su compañera, mi madre,en La Purísima, cementerio de héroes como él lo denominaba, y así es en verdad-, enamorado de nuestra ciudad hasta la médula, me contaba que su padre viajó en un trenecillo que tenía la ruta del puerto al Polígono. Yo imagino que mi abuelo viajaría en un tren militar que transportaba los pertrechos del ejercito para las tropas acantonadas en el Polígono y sería por poco tiempo ya que existen pocos datos de este trenecillo. Y como ya estamos en el Polígono hablaremos de dos establecimientos muy singulares que había allí en distintas épocas. Yo supongo que muchos cincuentones recordarán el hotel Colón, que existía al final de la calle García Cabrelles, cerca de la pequeña gasolinera, bueno, pues ese hotel fue antes un restaurante llamado Asia; y muchos os preguntareis el porqué el nombre de un continente tan lejano. Mi padre me contaba que el nombre era debido a que su dueño, José Torres Pubill (este nombre lo localicé mas tarde), perteneció al Regimiento Asia con guarnición en Melilla en la última década del siglo pasado, y al licenciarse fijó su residencia en Argelia; pero al enterarse que su regimiento entraba en combate se ofreció a los jefes siendo rechazado. El no se amilanó y siguió en la ciudad ayudando a los soldados de su unidad y al término de la campaña instaló el que sería primer restaurante, medio decente, abierto al público en Melilla. Frente a este hotel, existía una taberna en la esquina de García Cabrelles con la explanada del Rastro: La taberna tenía un cartel en el que se podía leer: “La Oficina”; bonito nombre guasón para un establecimiento de bebidas. Su dueño, coetáneo de Torres Pubill, se llamaba Don José, José el Montañés, como gustaba que lo llamasen. Este Don José siempre llevaba una toalla rodeándole el cuello, que era la misma que usaba para limpiar las dos mesas con armazón de hierro y tablero de mármol que tenía en el local; las malas lenguas decían que eran dos lápidas de tumbas de niños puestas boca abajo; pero yo no lo creo porque muchas veces me agaché siendo un crío para ver si de verdad había algún epitafio, cruz o nombre de alguien y nunca lo vi. Don José era muy peculiar con respecto en atención al público; si alguien le solicitaba una consumición, estando atareado en otra cosa y el cliente se impacientaba, no dudaba ni un momento en decirle: “ Le ruego caballero que salga de mi establecimiento”, así tal como suena , quedándose tan tranquilo. Pero lo más gracioso y teniendo en cuenta que Don José no estaba dotado de simpatía alguna, al menos en apariencia, cuando servía un vaso de vino, con toda la seriedad que le caracterizaba, decía a viva voz: “Señores, vamos a comer”. El que iba por primera vez se pensaba que le iba a poner una tapa de callos o de otra cosa y lo que le ponía en un diminuto plato de plástico marrón con forma de huevo era una aceituna, si señor, una solitaria y tristona aceituna y si era de las partidas te decía como con pena: “ Ahí va una martirizada”. Estos recuerdos anecdóticos para unos son agradables si los ha conocido y si no es así son esclarecedores por los tintes históricos que contienen. Reciban un cordial saludo desde Málaga

domingo, enero 08, 2006

Meaero de la Reina 25/09/1999

Hace tiempo tuve la ocasión de leer el nombre de la calle mas original que en mis treinta y seis años de labores postales jamás he podido ver. Tengo que decir que cuando lo leí para comunicarlo a su destino quedé extrañado pareciéndome al principio una grosería por parte de quien presentaba la libranza del giro urgente. El usuario muy comprensivo, amable y también sonriente me dijo que la calle en cuestión se llamaba así tal y como se puede leer. Yo quedé como si me faltase algo, sintiendo una curiosidad fuera de lo común, aquello no era normal. La gente de Correos y Telégrafos, a pesar de la distancia y aunque personalmente no nos conozcamos somos muy serviciales. A Francisco Pineda, jefe de la oficina técnica de Correos y Telégrafos de Puerto Real le pedí que indagara el motivo del nombre de la calle o barrio que nos hizo sonreír de extrañeza a Miguel del Pino y a mí, que por aquellos tiempos estabamos en la suc. 7 de Málaga.
La gente de la Tacita de Plata como todo el mundo sabe es la que más jugo le saca al cachondeo, bordandolo y sacándole toda la punta posible. En una zona de Puerto Real (Cadiz) existe una barriada que se llama "Meaero de la Reina", asi tal como suena. Según el archivero del municipio de Puerto Real existe un documento en el archivo de Simancas que dice así: "Encontrándose el Cortejo Real en labores de despesques en la salina de la zona, la Reina y su cortejo se alejaron un poco montando un campamento donde poder hacer sus necesidades fisiológicas y perentorias,...". O sea que Su Majestad como cualquier mortal cuando le venían las ganas de evacuar su vejiga se alejaba con discreción haciendo sus necesidades mas perentorias, y los gaditanos no tuvieron otra ocurrencia que dedicarle una calle al urinario real y perpetuar el sitio donde meaban la Reina y su séquito. Mi compañero Pineda me decía que el origen de los nombres de las calles, a veces es de lo mas simple y en este caso efectivo. Yo tengo un amigo que vivía en Horcas Coloradas muy cerca de las famosas esterqueras y parecía que se avergonzaba de residir en un sitio donde los días de levante, los de poniente y los demás también, existía un olor que se metía en todos los poros de la piel. Hoy lo disculpo, mas bien porque soportaba la procesión de carros, luego vinieron los camiones, que a diario pasaban por su puerta con toda la basura de la gente de Melilla. Otra cosa es cuando quedas citado con alguien en tu casa o tienes que comunicar tu domicilio en algún estamento oficial y dices: "vivo en Meaero de la Reina número tal o bloque cual". Tu interlocutor a la fuerza tiene que quedar un poco perplejo, porque no es normal que el retrete de una reina figure en el callejero de una ciudad.

No sé ni por donde empezar 25/09/199


Este periódico, por mi identificación con su línea editorial y los prestigiosos colaboradores que tiene me obliga a comprarlo a diario, siendo uno de los pocos que leo, y no sé ni por donde empezar, al ser tantas cosas desagradables las que comentar en tan corto espacio, pero tengo confianza en que me publicarán casi íntegra esta Carta, dirigida muy especialmente a quien tenga algo que ver en la política, sea local o nacional, de mi ciudad, Melilla y su hermana Ceuta. El jueves día 12 de Agosto en la Cadena SER, entre las 8´30 y 9´30, tuve la oportunidad de escuchar, sin poder responder telefónicamente, a los contertulios y al jefe de gobierno de Marruecos las declaraciones que hacían. Uno de los contertulios, no recuerdo su nombre, sin avergonzarse decía que Ceuta y Melilla están en Marruecos, así, sin siquiera ruborizarse; se llenó de su razón muy particular y demostró el desconocimiento de la historia de las dos ciudades, creyéndose que al tener un micrófono nadie le podía responder. En la tertulia hubo otro señor que dijo que su situación geográfica era el norte de Africa, ahí por lo menos ya pudo mitigar el daño que su compañero de tertulia hizo a todos los nacidos en esas ciudades hermanas, españolas, – que no de España, como el anillo que tengo en mi dedo que si es de mi propiedad y cualquier día puedo desprenderme de él, regalándolo o entregándoselo con felonía al que me ofrezca mas dinero, siendo el mismo un bello recuerdo de mi boda -; el dedo como es parte de mí, o sea que soy yo, no lo puedo entregar a menos que me lo corten; todo esto es un suponer, como dicen en estos lares. Lo que sí puedo asegurar, si es que los gobernantes de turno y el hermano mayor lo permiten, es que mi ciudad, Melilla es España y no de España como ya digo antes. Lo que dijo el jefe de gobierno de Marruecos al final de la tertulia de la campaña que existe en España contra el actual presidente de la Asamblea de Melilla, Sr. Aberchán, por su procedencia marroquí, demostró que desconoce los procedimientos democráticos en nuestro país y tener siempre sobre su cabeza la realidad de españolidad de nuestras dos ciudades. Adolfo Llanos Alcaraz en “La Campaña de Melilla 1893-1894”, entre otras cosas, que hoy están trasnochadas, pero que muchos ceutíes y melillenses saben y entienden, por su idiosincrasia tan especial de españoles-abandonados-norteafricanos, dice una que sigue vigente en la política de andar por casa hispano marroquí: ” No es posible haya negociadores mas a propósito que los moros para alargar las conferencias, para evitar lo que no les acomoda, para mostrarse convencidos y luego volver a la cuestión y para repetir sin cansarse sus argumentos, por mas que se los hayan destruidos“. El sinvergonzerío político que estamos viendo con los tránsfugas o inconstantes, el abandono de las autoridades de la nación en los momentos mas tristes como el accidente del avión y la rotura del depósito de agua en Melilla es para que esas autoridades, tanto el PSOE, cuando mandaba y ahora el PP se manifiesten con firmeza y les den a los que viven en esas ciudades un soplo de aliento, llamémosle patrio, aunque parezca un poco estilo arenga : “Aquí estamos, no os preocupéis “; pero esto sería bueno con la presencia del señor Aznar que dijo que las dos ciudades gozan de buena salud, sabiendo que tienen un virus que les está llegando al mismo corazón. Señores gobernantes que mandáis en la política de altura, los españoles que viven en las ciudades de Melilla y Ceuta os quieren ver pasear por sus calles igual que lo hacéis por cualquier ciudad, pueblo o playa de la Península, no los defraudéis; como están acostumbrados a no recibir visita alguna vuestra desde los tiempos del señor Suarez, que si tuvo el coraje, imaginaos lo que os agradecerán y aplaudirán, y la de votos que recibiréis. ¡Ánimo!.

Sobre Rosa de Madariaga 23/05/199




No sé de donde se ha sacado Doña María Rosa de Madariaga, autora de la crónica sobre: Abdelkrín se echa al monte en el Rif, coleccionable de Protagonistas del siglo XX fascículo nº 7 de El País, que el líder rifeño en Annual, se puso el fajín del general Don Manuel Fernández Silvestre, mandó cortarle la cabeza y exponerla a las puertas de Tetuán. He consultado las informaciones sobre este tema de Francisco Mir Berlanga, alcalde y cronista oficial de la ciudad de Melilla durante años, J. F. Salafranca autor de trabajos muy elaborados sobre Melilla y la problemática de España y Marruecos en toda su historia, Fernández de la Reguera y R. March en El Desastre de Anual y créanme que en ellos y en mucha mas información de hemerotecas de la época no he encontrado nada en que el cabecilla rifeño hiciera lo que la señora Madariaga dice . Lo que todo el mundo cree que verdaderamente ocurrió es que el cuerpo del general Silvestre, desgraciadamente, no pudo ser encontrado junto con los restos de los demás mártires en la retirada de Annual. Y otra cosa que me confunde es que Abdelkrín, habiendo sido un hombre culto, poseyendo varias condecoraciones españolas, siendo Kadí-Kodá, -juez de jueces- empleo que equivalía a las decisiones de alzadas y recursos; amigo personal de los coroneles Riquelme y Morales ya que fue su profesor de árabe en Melilla mandara decapitar al Comandante General de la Plaza y exponer su cabeza en las puertas de Tetuán. Permítame la señora Madariaga que dude de esa información y me indicara por este medio donde lo ha sacado para poder enriquecer mis conocimientos. Al igual que al gran periodista señor Leguineche en su Annual 1921, el Desastre de España en el Ríf , página 283 en la que se puede leer que el Moro Gato era lugarteniente de Abdelkrín, información sacada de una entrevista de un niño, superviviente de Annual llamado Diego Mullor, q.e.p.d.. Con todos mis respetos hacia la memoria del señor Mullor creo que esa información no es correcta ya que el famoso Moro Gato, que en realidad se llamaba Asmani y fue mutilado cuando un soldado de la Brigada disciplinaria le cortó una oreja, hecho que el General Martínez Campos cortó de raíz juzgando al que cometió tamaña agresión condenándolo a muerte y ejecutándolo seguidamente. Estos hechos ocurrían en Enero de 1894, y a pesar del atropello que sufrió siempre fue un amigo incondicional de España llegando incluso a ser un valioso auxiliar del general Marina. Organizó grupos de rifeños , amigos de España al frente de los cuales dio protección al ala izquierda española en la conquista del Zoco el Had de Beni Sicar, (campaña de 1909 o la llamada del Barranco del Lobo en el Gurugú). Sobre los lugartenientes o ministros de la efímera república del Ríf con Abdelkrín a la cabeza como Príncipe del Ríf y Jefe del Estado estaban su tío paterno Muley Abdesalán El Jatabi, de 40 años como ministro de finanzas; Ahmed Budra de 38 años ministro de Guerra con la misión de suministrar y buscar gente para la guerra; Mohamed Azerkán de 36 años de Exteriores y marido de su hermana favorita, apodado “El Punto” (Colilla) por algunos oficiales españoles. Abdelkrín nunca se fió de el. La lista sigue con Mohamed Hamar de Tensaman de 60 años como ministro de justicia. Shaik El Jazid de 45 años en Interior; Mohamed Buhibar de 30 años experto en política española y francesa; Mohamed Wuld Hadja Cheddi de 25 años viceministro de Exteriores y favorito de Abdelkrín; Mohamed Muhamadi de 30 años, casado con otra de sus hermanas era el primer secretario; “Severa “ de Bocoya, ministro de Marina y jefe de la flota de los pequeños botes del Ríf. Según parece en el desembarco de Alhucemas puso minas a favor de España y Francia, muriendo poco después en extrañas circunstancias. También hubo un argelino, Hassán Ben Abdel Aziz, periodista que fue segundo secretario y amigo de Azerkín y Bujibar. Este nunca llegó a ganarse la confianza de Abdelkrín. Como dato anecdótico diré que la bandera era de color rojo con un rombo blanco en el centro y dentro del cual hay una media luna de color verde y una estrella de seis puntas del mismo color. Se cree que la estrella la tomó Abdelkrín como referencia de una que poseía de su estancia en Melilla. Esto es todo lo que pude encontrar sobre los lugartenientes de Mohamed Abdelkrín El Jatabi. Reciban un cordial saludo.










Plaza de los algibes, Almotamid, etc 07/05/199

PLAZA DE LOS ALGIBES.
Sobre la Plaza de los Algibes diré lo que todo el mundo puede leer a la subida del Torreón de la Cal hacia el Callejón del Moro. "El primero de Febrero de 1571 años se cerraron estos algibes, siendo Alcayde y Capitán de ésta ciudad por S.M. Francisco Sanchez de Cordoba". Tienen 10,70 metros de largo, igual de profundidad y 5 de ancho, y le caben 572 metros cúbicos de agua. En el siglo XVIII el melillense Juan Antonio de Estrada decía de ellos: "Los algibes baxo de la Plaza del Gobernador son los mejores que hasta aquí se han visto en primor, firmeza y arte. Hacen el agua clara, delgada y fresca". Existen fotografías del interior de los algibes donde se ven las marcas para medir el agua almacenada. El Alcaide Pedro Benegas los mandó construir porque se pensaba que el manantial existente en la Plaza de la Alafia, hoy de Armas, se agotaría alguna vez. Esta Plaza de la Alafia, Paz o Tregua era donde los fronterizos vendían los productos de sus huertas.
ALMOTAMID.
Almotamid Mohamed Ben Abad nacido en 1040 fue un rey sevillano de la dinastia abadí que reinó entre 1069 y 1091. En 1070 junto a los cordobeses derrotó al rey de Toledo Almamún. Fue gran poeta y Sevilla alcanzó un esplandor cultural y artistico durante su reinado. Junto a Yusuf rey de los almorávides derrotó a Alfonso VI de Castilla en la batalla de las Sagrajas, Badajoz, poniendo fin al tributo que los árabes debían pagar a los cristianos. El mismo Yusuf lo traicionó en 1091 mandándolo prisionero a Agmat, Marruecos, muriendo en 1095.
BATERIA MURALLA REAL.
La Bateria de la Muralla Real situada entre al Torreón de Sancti Spiritu y el de Vigía de Tierra es donde se disparó, junto a la Escuadra, a los sitiadores el 8 de Enero de 1775 cuando éstos izaron en el Fuerte de Victoria Grande su bandera roja. Al dia siguiente el Cabo Alonso Martín se cubrió de gloria junto a doce desterrados al volar la trinchera del mismo fuerte.
BENLLIURE.
Don Mariano Benlliure y Gil fue el que esculpió la estatua de Alfonso XII en el Retiro madrileño, el de San Martín en Lima, los mausoleos de Gayarre en El Roncal y de Joselito en Sevilla. La estatua de Velazquez en el portico del Museo del Prado y la de la Reina Gobernadora Doña Maria Cristina de Borbón también son obras suyas. Fue también director general de la Academia de Bellas Artes. Nació en 1868 y murió en 1947.
BERNARDINO DE MENDOZA.
Don Bernardino de Mendoza fue Capitán General de las Galeras de España, hijo de Don Iñigo López de Mendoza, Conde de Tendilla, Primer Marqués de Mondejar y también Capitán General de Granada.
Fue el que proyectó el traslado de la Plaza a la Laguna, Mar Chica, pero viendo que no era viable decidió fortificar con todas las fuerzas la antigua ciudad. Todo esto ocurria en 1549. La ciudad fue visitada por el Rey de Dugudú, actual Marruecos. El de Velez no tenía mas remedio que visitarla para refugiarse de las luchas internas y dinásticas que existian en esos reinos por aquél entonces. Yo creo que España ya empezaba a ser benefactora de nuestro vecino.
Don Blas de Trinchería fue el Maestre de Campo de Felipe V que mandaba el Tercio de Cataluña. Las fechas de 23 de Octubre de 1700 y 1 de Agosto de 1702, cuando Don Domingo Canal y Soldevila era el Alcalde Gobernador de Melilla, fueron determinantes para que Don Blas de Trinchería relevase a éste a finales de 1702. El 24 de Agosto de 1703 y con 1800 hombres pudieron derrotar a los atacantes y empezar la construcción del fuerte de San Miguel en el cuarto recinto, terminandose a mediados de 1707. Este fuerte como casi todos los construidos en Melilla costó muchas víctimas ocasionadas por los fronterizos desde las alturas inmediatas. Yo recuerdo que junto a lo que quedaba de él y lo que actualmente es el hotel Anfora, existía una explanada donde instalaban el teatro Ruzafa y algún que otro circo de segunda categoría. Mas de una vez y sin pagar la entrada los niños nos deslizábamos por debajo del entoldado en la función de noche. En cuanto el portero, que tenía un ancla tatuada en el brazo, se daba cuenta de todo nuestro trabajo nos despedía por la puerta grande, y no como a los toreros claro está.

Carta a El País 18/08/1992

Malaga 18 Agosto 1992


Sr. Director del diario El País:


El Sr. Gonzalo Arias Bonet en su carta del sabado 15 de

Agosto, felicitando a Jes£s Monter¡n sobre "La reivindicación de

Gibraltar", hace una referencia a Melilla y Ceuta que, con todos

mis respetos quisiera puntualizarle sobre ese 98% de Melila y el

75% de Ceuta, territorios que en 1860 España los

adquirió mediante "una guerra de agresión colonial".


Señor Arias Bonet: Melilla está inmersa en la historia
de España desde tiempos fenicios, quizá es mucho antes, pero no

me voy a remontar a tan lejos porque nos perderíamos y yo

solamente deseo que todas las personas que leen El País, al igual

que leyeron su felicitación al Sr. Mosterín, puedan opinar cuando

lean mis puntualizaciones que le hago a usted.


Desde su conquista, Melilla, Rusadir para que nos 

entendamos, siempre fue‚ hostigada por los fronterizos, y como

usted hace referencia solamente a la "guerra de agresión

colonial" de 1860 le contestar‚ a ello. En 1848 el Mariscal Ros

de Olano manda unas batidas de castigo porque ya estaban hartos

de tantos ataques traicioneros a Rusadir. En 1853, la Cabila de

Beni Sicar, cansados de tantas muertes, pide la paz con el 

Gobernador de Melilla. En los a¤os de 1853, 1854, 1855, esta paz 

es rota por parte rife¤a, fijese que al a¤o siguiente de firmar 

una paz rompen esta y vuelta a empezar. El 24 de Agosto de 1859 

se firma un Convenio entre los dos paises que viene a paliar 

todos los males que venian sucediendose hasta esa fecha. Dias 
antes, el 10 de Agosto, este Convenio se vi¢ ensombrecido por Š
unos hechos que ocurrieron en las inmediaciones de Ceuta, donde 

unos nativos de la C bila de Anghera destrozaron unas obras que 

Espa¤a estaba haciendo, pero lo mas grave es que esas obras eran 

el escudo de Espa¤a. D. Juan Blanco del Valle, C¢nsul General de 

Espa¤a en Tanger, presenta el primer ultim tun para que 

rectifiquen los marroquies, al final vino lo que todo el mundo 

sabe, la famosa guerra de Africa, donde al final se firm¢ un 

tratado que aunque Espa¤a sali¢ beneficiada, Marruecos no qued¢ 

tan mal parado, porque los territorios comprendidos en esos 98% y 

75%, se les indemnizaron con 1.200 caballos y 85.000 duros en 

plata espa¤oles a todos los cabile¤os desposeidos, y vino a 

entregarselos el m¡smisimo Pr¡ncipe Muley Abbas, Comandante en 

jefe de las tropas marroqu¡es en la guerra de 1859-1860. Al final 

de su carta dice que aplicando el principio democratico en 

Gibraltar, podr¡amos sostener sin avergonzarnos la espa¤olidad de 

Ceuta y Melilla. Yo le contesto, y muchos de los espa¤oles 

nacidos en esas ciudades, que jam s nos sentir¡amos avergonzados 

de que nuestras madres nos parieran all¡. S‚ que muchos 

compatriotas nacidos en la Peninsula creen que tenemos un t¢pico 

de ser super espa¤oles, y el motivo es doloroso debido a la 

lejan¡a de la Peninsula y a las desidias de algunos gobernantes 

de turno que al parecer ignoran la verdadera historia de su Pa¡s, 

y a casi todos los locales, ‚stos con mas motivo por tener la 

ineludible obligaci¢n de saber, entender y valorar la 

problematica de su ciudad, para que todo el mundo entienda, deben 

ser grandes africanistas y no grandes arribistas cazadores del 

voto facil, todos ellos nos hacen sentirnos espa¤oles de segunda 
clase. Los motivos los podemos ver a diario en todos los Š
periodicos, donde solamente leer los nombres de esas ciudades 

espa¤olas crea un pensamiento de rechazo a la posesi¢n de ellas 

por Espa¤a. Espero que desde este gran peri¢dico, y sin entrar en 

pol‚mica, pueda decir que Ceuta y Melilla son tan espa¤olas como 

La Linea de la Concepci¢n o Alcal  de Henares, que ni son ni han 

sido colonias, son llana y simplemente ciudades espa¤olas 

situadas geograficamente en el Norte de Africa, y que tienen sus 

fronteras con el Reino de Marruecos, como LLivia, La Junquera, 

etc. las tienen con Francia.


Juan J. Aranda Lopez





Carta a El País 07/11/1998



Málaga 7 de Noviembre de 1998


He observado en la ficha de la guia de paises del atlas, en la referente a nuestro país que hay un error muy significativo, y es la omisión de los dos “ puntitos, triangulitos o cuadritos “ que se ven en los mapas indicando la posición de las ciudades hermanas de Ceuta y Melilla en el norte de Africa. Eso es algo que muchos ceutíes y melillenses llevamos con mucha resignación, pero no lo toleramos, aunque a la vuelta de la página figuren los escudos y banderas de las dos ciudades autónomas. Los nacidos en esas dos ciudades estamos condenados a luchar contra la desinformación, y a veces desidia, de mucha gente, llámense políticos que no tienen idea de la verdadera historia de esas ciudades hermanas y que solo se acuerdan de ellas cuando van en busca del voto y ocurren desgracias como la rotura del depósito de agua o la del accidente de aviación de hace pocas fechas. Y digo esto porque a Melilla, a su gente, les hubiese venido muy bien que el Jefe del Estado o el Presidente del Gobierno, en persona, se hubiesen dado una vuelta y estrechar alguna que otra mano en aquellas circunstacias tan trágicas. A muchas personas les extrañó la no presencia de los jefes de estado y gobierno cuando ocurrieron esas catástrofes, y sí lo hicieron cuando lo de Badajoz. Yo me pregunto si los melillenses, en este caso tan desgraciado, no son tan españoles como los pacenses, con toda mi solidaridad y cariño hacia las victimas y familiares extremeños. Otros, muy mal pensados, dicen que es por no enfadar a nuestro amigo y vecino del Sur, no fuera a sacar la caja de los truenos reivindicativos.
A veces mis pensamientos, algo nostálgicos, me recuerdan desde el parque de Lobera cómo parecía que este miraba a su madre, España, y le ofrecía su sombra de pinos y su hermano, el otro parque, el Hernandez, le decía desde sus altas palmeras, como recibía sus besos con el mar.



Diario El País 07/09/1998

En El País del 16 de Noviembre del pasado 1997 hay una entrevista, con solo cuatro preguntas y otras cuatro respuestas, que le hacen a Antonio Abad, escritor y autor de la novela : Quebdani : el cerco de la estirpe, novela que narra la historia de un muchacho de la tribu de Abdelkrín y los últimos españoles que salieron del Protectorado, también es Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla 1986. En la primera respuesta que da con respecto a su novela dice que es poco amable con el lado español, que es objetiva y está al lado del moro, que es el que más sufre, según él. Esa es una opinión muy de respetar de la que mucha gente no estará de acuerdo y podría ser matizada sin herir sentimientos de ninguna clase. En la segunda donde se le pregunta por qué el Protectorado era un eufemismo colonial, su respuesta es que allí, en Marruecos (Protectorado), nos metieron los ingleses para frenar la influencia nazi en Abdelkrín, y en 1927 llegamos con 200.000 militares y nos dieron una paliza y si los franceses no nos ayudan no lo hubiéramos contado. Dice también que algunos españoles lo querrían matar, no sería para tanto, porque dice que al Protectorado fueron muchos andaluces a trabajar para defender intereses catalanes y vascos. Todo esto lo dice de un tirón, y para mí que ni siquiera se ruborizó. Debiera saber que Abdelkrín fue adicto a la causa prusiana y eso fue una de las causas que le trajo su encarcelamiento en Rostro Gordo y su posterior fuga y movilización en contra de España. Como anécdota diré que llevaba una especie de dije colgado al cuello con la figura de un casco prusiano de la primera guerra europea, donde Hitler aún era un humilde cabo hijo de un ferroviario austríaco. Y cuando éste subió al poder, creo que Abdelkrín ya estaba en la isla de la Reunión confinado por Francia. Sobre los 200.000 militares que llegaron al Protectorado y la paliza que les dieron los moros, tengo que decir que el 17 de Julio de ese mismo año, o sea, 1927, el General Don José Sanjurjo y Sacanell, Jefe del Ejercito de Operaciones, desde su Cuartel general en Bab Taza anunció el final de la Guerra de Pacificación en Marruecos. La paliza a que se refiere se la dieron al General Silvestre, costándole la vida, lo digo así porque su cuerpo no fue encontrado en Annual, Monte Arruit ,etc. en el famoso Desastre. Donde dice que España habla mucho del Imperio y poco de los desastres, en este de Annual por la cantidad de sangre derramada, creo que es de los que más se ha hablado en estos sesenta años. Sobre el desencuentro, creo que se refiere a los dos pueblos, le diría que dado el carácter como nuestro tiempo, que según el no es como el inglés que es de oro, sino lento y fluyente como el islámico, pues así llevamos 500 años y no creo que nos vaya tan mal. Algunas discusiones de vecindad ha habido y las habrá entre los dos. Y ahora viene la guinda, esta , creo que la dejó para la última para que no hiciera daño. ¿No son Melilla y Ceuta polvorines sin apagar?, le pregunta el periodista. Contesta diciendo que él tiene la teoría de las tres banderas: el régimen autonómico de Melilla, con España y con Marruecos. Habría que darle una solución a lo andorrano. Atendiendo la gran cantidad de intereses económicos que existen habría que convertirlas en una especie de Corte Inglés al aire libre. Yo creo que después de esto ni se inmutaría, quedándose tan pancho. Y se imaginan ustedes una ciudad como Melilla convertida en un zoco de proporciones gigantescas. Se imaginan ustedes qué pensarían esos soldados que dejaron sus vidas en el Gurugú, Annual, Tarfesit, Igueriben, Monte Arruit y tantas otras poblaciones; y los que defendieron las murallas en los pasados siglos, qué hacemos con sus memorias, dónde colocamos su historia. Los féretros escondidos en la tierra acantilada de la Purísima, como las raíces de un nogal centenario, se agitarían. Supongo que al soldado de la Plaza de España habría que bajarlo de su pedestal para que no lo viéramos llorar de pena y rabia al ver unos compatriotas destrozar lo que tanto costó. Sé que para algunos lo que he dicho les parecerá una arenga patriotera o una cursilada y nada mas lejos de eso, creo que a estas personas, habría que darles un cursillo de historia de su País y que se dejaran de tanta demagogia que confunde al personal. A lo mejor el confundido soy yo. En ese caso le pido humildemente disculpas por mi atrevimiento. Debe saber que como yo hay gente que tiene una cuerda muy sensible respecto a Melilla que apenas la rozan suena como un resorte que no salta, su sonido es mas bién dulce y armonioso. Reciba un saludo.

Prólogo 19/05/1998

Hablar de Melilla en la Pen¡nsula, es a veces una tarea 
dura. Solamente para convencer a tu interlocutor de que tu ciudad 
es Espa¤a, y no de ‚sta, te cuesta alteraciones card¡acas de 
tantos trompazos que te das contra el muro de la desinformaci¢n y 
desidia a que est n acostumbrados. A veces quisiera ser poeta y 
decirle a Melilla palabras de amor en el recuerdo desde mi 
lejan¡a peninsular. Aunque comprendo el solfeo, aprendido en una 
ciudad sin conservatorio, como era Melilla en aquellos tiempos, 
ya me gustaria saber cantar y ense¤arle los trinos que Don Julio 
nos ense¤¢ en la ni¤ez, de ‚sa ni¤ez y primera juventud que todos 
guardamos siempre viva. Quisiera ser uno de esos miles de p jaros 
migratorios que hacen parada y fonda en la ciudad, cerca de las 
gaviotas de Tr pana, carcel cancelada hace noventa a¤os, para 
poder volar por el mar y llevarle el aliento de muchos espa¤oles 
que a£n pensamos en el idioma de Cervantes, con todos mis 
respetos a otras lenguas y creencias.
Se que Melilla ha servido de musa a muchos poetas y 
escritores que le han cantado las excelencias de una 
ciudad, cuna de h‚roes, por sus connotaciones, Barranco del Lobo, 
Annual, Monte Arruit, etc. La novela, "La Hija de Marte" (Hija de 
la Guerra), de Carca¤o lo dice bi‚n claro con su titulo. Rafael 
Guill‚n nos acerca a Melilla con todo el lirismo del mar:... "Que 
no es frontera el mar por ‚ste canto./ Solo es agua, y el agua, 
como el llanto,/ une a los hombres mas que los separa".
Francisco Sanchez Barbero, escritor, intelectual y liberal, 
condenado a pres¡dio por oponerse al Deseado (Indeseado) Fernando 
VII, escribi¢ varios poemas desde su encarcelamiento que no 
tienen desperdicios. Para ‚l Melilla era, "aquesta mansi¢n de 
criminales", " negra siempre abominable mansi¢n de las cadenas", 
"las pulgas son los sabios de Melilla", debido al profundo 
desprecio que sent¡a por sus carceleros y mas concretamente por 
sus compa¤eros de cautiverio, los presos comunes. En unos versos 
de un poema a Ovidio por su largo destierro, como el que sufr¡a 
‚l mismo dice:..."Para escarmiento de poetas patrios/ tan viles 
como t£, yo te mandara/ Publio Nas¢n, con triplicados hierros,/ 
atado al pi‚, desnuda la rodilla, morar en el pres¡dio de 
Melilla...". ste intelectual muri¢ en 1819, unos historiadores 
fijan la fecha el 24 de Febrero y otros el 24 de Octubre. La 
negra mansi¢n de las cadenas con las pulgas sabias del Pres¡dio 
lo acogieron en la tierra patria fundiendolo con todos los h‚roes 
enterrados en ella, y a£n faltaba medio siglo para que Melilla 
fuera el abanico geogr fico y ‚tnico espa¤ol en que se ha 
convertido en la actualidad. A mi me gusta llamar a mi ciudad, 
Melilla la abanicada por su geograf¡a en forma de abanico, ya que 
tiene su v‚rtice en el lugar donde estaba el Torre¢n o Torre de 
Santa Barbara, muy cerca de Correos y la Plaza de Espa¤a desde 
donde fijaron el perimetro de lo que es Melilla moderna con sus 
14 kms. Me gusta llamarla la Blanca Marinera, por su luz 
mediterr nea, por sus conchas de n car de sus playas y 
acantilados, el caso es que a Melilla, nadie debe quitarle la 
Primavera, que la dejen parir a espa¤oles, con todo el amor que 
una madre desea para sus hijos.
Ha habido veces en que el poema de Rosal¡a de Castro, que 
dice: "Probe Galicia, non debes/ chamarte nunca espa¤ola/ que 
Espa¤a de ti se olvida", he deseado leerselo a un pol¡tico de 
ambito nacional, y a otro, pero ‚ste es descafeinado y local y 
del signo que todos conocemos, por sus declaraciones, que 
vulneran nuestra Carta Magna, donde dice bien claro la 
espa¤olidad de Melilla, nombr ndola con su patron¡mico, al igual 
que a nuestra hermana Ceuta. Deben recordar ‚stos politicos que 
siempre habr  alguien, con su grano de arena espa¤ola, que siga 
construyendo el muro que impida esa felon¡a.

Š
Rusadir tiene once torreones,
todos ellos ven el mar,
‚ste tan azul y salado es,
que los baluartes,
desde el de las Cinco Palabras
hasta el de San Fernando
se reflejan en el.
Espa¤oles, que de Melilla hablais
sin honor y sin raz¢n,
os suplico que penseis
­ Es Espa¤a !,
y lo hagais con el coraz¢n.


Prensa 4 19/05/1998

Hablar de Melilla en la Pen¡nsula, es a veces una tarea 
dura. Solamente para convencer a tu interlocutor de que tu ciudad 
es Espa¤a, y no de ‚sta, te cuesta alteraciones card¡acas de 
tantos trompazos que te das contra el muro de la desinformaci¢n y 
desidia a que est n acostumbrados. A veces quisiera ser poeta y 
decirle a Melilla palabras de amor en el recuerdo desde mi 
lejan¡a peninsular. Aunque comprendo el solfeo, aprendido en una 
ciudad sin conservatorio, como era Melilla en aquellos tiempos, 
ya me gustaria saber cantar y ense¤arle los trinos que Don Julio 
nos ense¤¢ en la ni¤ez, de ‚sa ni¤ez y primera juventud que todos 
guardamos siempre viva. Quisiera ser uno de esos miles de p jaros 
migratorios que hacen parada y fonda en la ciudad, cerca de las 
gaviotas de Tr pana, carcel cancelada hace noventa a¤os, para 
poder volar por el mar y llevarle el aliento de muchos espa¤oles 
que a£n pensamos en el idioma de Cervantes, con todos mis 
respetos a otras lenguas y creencias.
Se que Melilla ha servido de musa a muchos poetas y 
escritores que le han cantado las excelencias de una 
ciudad, cuna de h‚roes, por sus connotaciones, Barranco del Lobo, 
Annual, Monte Arruit, etc. La novela, "La Hija de Marte" (Hija de 
la Guerra), de Carca¤o lo dice bi‚n claro con su titulo. Rafael 
Guill‚n nos acerca a Melilla con todo el lirismo del mar:... "Que 
no es frontera el mar por ‚ste canto./ Solo es agua, y el agua, 
como el llanto,/ une a los hombres mas que los separa".
Francisco Sanchez Barbero, escritor, intelectual y liberal, 
condenado a pres¡dio por oponerse al Deseado (Indeseado) Fernando 
VII, escribi¢ varios poemas desde su encarcelamiento que no 
tienen desperdicios. Para ‚l Melilla era, "aquesta mansi¢n de 
criminales", " negra siempre abominable mansi¢n de las cadenas", 
"las pulgas son los sabios de Melilla", debido al profundo 
desprecio que sent¡a por sus carceleros y mas concretamente por 
sus compa¤eros de cautiverio, los presos comunes. En unos versos 
de un poema a Ovidio por su largo destierro, como el que sufr¡a 
‚l mismo dice:..."Para escarmiento de poetas patrios/ tan viles 
como t£, yo te mandara/ Publio Nas¢n, con triplicados hierros,/ 
atado al pi‚, desnuda la rodilla, morar en el pres¡dio de 
Melilla...". ste intelectual muri¢ en 1819, unos historiadores 
fijan la fecha el 24 de Febrero y otros el 24 de Octubre. La 
negra mansi¢n de las cadenas con las pulgas sabias del Pres¡dio 
lo acogieron en la tierra patria fundiendolo con todos los h‚roes 
enterrados en ella, y a£n faltaba medio siglo para que Melilla 
fuera el abanico geogr fico y ‚tnico espa¤ol en que se ha 
convertido en la actualidad. A mi me gusta llamar a mi ciudad, 
Melilla la abanicada por su geograf¡a en forma de abanico, ya que 
tiene su v‚rtice en el lugar donde estaba el Torre¢n o Torre de 
Santa Barbara, muy cerca de Correos y la Plaza de Espa¤a desde 
donde fijaron el perimetro de lo que es Melilla moderna con sus 
14 kms. Me gusta llamarla la Blanca Marinera, por su luz 
mediterr nea, por sus conchas de n car de sus playas y 
acantilados, el caso es que a Melilla, nadie debe quitarle la 
Primavera, que la dejen parir a espa¤oles, con todo el amor que 
una madre desea para sus hijos.
Ha habido veces en que el poema de Rosal¡a de Castro, que 
dice: "Probe Galicia, non debes/ chamarte nunca espa¤ola/ que 
Espa¤a de ti se olvida", he deseado leerselo a un pol¡tico de 
ambito nacional, y a otro, pero ‚ste es descafeinado y local y 
del signo que todos conocemos, por sus declaraciones, que 
vulneran nuestra Carta Magna, donde dice bien claro la 
espa¤olidad de Melilla, nombr ndola con su patron¡mico, al igual 
que a nuestra hermana Ceuta. Deben recordar ‚stos politicos que 
siempre habr  alguien, con su grano de arena espa¤ola, que siga 
construyendo el muro que impida esa felon¡a.

Š
Rusadir tiene once torreones,
todos ellos ven el mar,
‚ste tan azul y salado es,
que los baluartes,
desde el de las Cinco Palabras
hasta el de San Fernando
se reflejan en el.
Espa¤oles, que de Melilla hablais
sin honor y sin raz¢n,
os suplico que penseis
­ Es Espa¤a !,
y lo hagais con el coraz¢n.


Prensa 3 19/05/1998

Yo no se como estar  de limpia Melilla en estos tiempos que 
corren, lo que si les puedo asegurar, y muchos que nacimos en los 
cuarenta, es que la ciudad, en los cincuenta era una de las mas 
bonitas y limpias de Espa¤a. El ca¤¢n de las doce con su 
estropajo volando por el cielo de Ataque Seco era una de las 
atracciones de los ni¤os de Castell¢n y Duque de la Torre. A 
prop¢sito de ‚sta calle, me gustar¡a que alguien del 
Ayuntamiento, por medio de ‚ste peri¢dico, dijera en que fecha 
rotularon ‚sta con el de Teruel, nombre que siempre he conocido, 
y lo mas parad¢gico, es que a esa misma calle siempre se le ha 
llamado calle Duque, o sea, ni Teruel ni el del propio General 
Serrano (Duque de la Torre). Me imagino que como el dia 6 de 
Enero de 1848, ‚ste general, bastante amigo de Isabel II, ocup¢ 
las Chafarinas, Melilla le dedicara esa calle rotulandola con uno 
de sus titulos nobiliarios, aunque tambi‚n lo era de la Victoria.
Recuerdo que en verano, meses de est¡o, ba¤os y fiestas de 
barrios, con su Jua ardiendo, circulaban por ‚stas calles 
vendedores y cambistas de ropa y muebles viejos por ollas y 
coladores nuevos, coladores que tardaban en romperse nada mas 
colar tres o cuatro vasos de caf‚, y las ollas, a los dos potajes 
que se hicieran en ‚lla, hab¡a que darsela al latero callejero. 
Tambi‚n hab¡an dos personajes muy peculiares, los cuales, cada 
vez que como un helado o un caramelo pegajoso, de los que se 
pegan al cielo de la boca y cuesta trabajo tragartelo, los 
recuerdo con simpat¡a. Uno de ellos, el de la ca¤ad£, aparte del 
caramelo pringoso pegado a un palo (arrop¡a), ‚ste a£n mas 
pringoso, tengo que decir que vend¡a ca¤as de azucar troceadas, 
cortandolas con una navaja, que mas bien parec¡a un corta u¤as, 
que apenas se le ve¡a en sus mugrientas manos. Nunca supe su 
nombre, era de una estatura media y complexi¢n fuerte, las ca¤as 
de azucar pesan lo suyo si las llevas a cuestas durante varias 
horas, con gorra de visera de los felices veinte, y creo que esa 
misma gorra la conservaba desde entonces. El cargamento et¡lico 
siempre lo llevaba a tope. El bar Cruz de la calle Margallo y la 
bodega Madrid eran sus zonas de aprovisionamiento, creo que su 
cosecha se la bebi¢ enterita por aquellos felices a¤os.
El de los helados era un se¤or spero y con cara de pocos 
amigos. La limpieza era su lema, cambiaba el agua de enjuagar los 
moldes en varias casas de su recorrido. A los ni¤os churretosos 
los martirizaba con el trapo mojado restregandoselo en la cara 
diciendo: "El que nace lech¢n, muere cochino". Una forma muy 
refranera de llamar guarro al n¤o y descuidada a la madre. Cuando 
se le ve¡a aparecer por los eucaliptos del Cementerio, los 
"mocosos" se escond¡an huyendo de los restregones, y los 
"limpios" se le acercaban con una humildad propia de angeles, a 
veces con el esfinter a punto de abrirse. Ten¡a mucha tela el 
dichoso heladero. Cuando sonre¡a se le pod¡a ver una dentadura 
deteriorada que pocas veces ense¤aba, por eso casi nunca re¡a. 
Tambi‚n hab¡a que comprenderlo, no creo que tuviera ganas de 
bromear con los ni¤os juguetones de la calle Castell¢n, despu‚s 
de arrastrar el carro varios kil¢metros a pleno sol y a una hora, 
de tres a cuatro de la tarde que en Melilla, el rubio Lorenzo 
pega de justicia. Lo que si es cierto, y todos los ni¤os de 
aquella ‚poca pondr¡amos las manos en el fuego, es que sisaba en 
los moldes de los helados. Para nosotros, eso era una Šmonstruosidad, provocando las protestas lloronas de toda la 
ni¤eria. Y si alguno se le ocurr¡a decirle que no estaba de 
acuerdo con la porci¢n de helado que pon¡a en el molde, el muy 
ladino, de un manotazo te lo quitaba, te pon¡a mas cantidad y ya 
pod¡as despedirte de comprarle un helado durante ese verano, 
porque ibas listo, ten¡as que mandar a un amigo, con la 
consiguiente merma de los lametones que le daba por el mandado, 
claro est .

Del carrito tiraba
el tio de los helados,
otro vendia ca¤ad£,
a gorda el cacho.
En la calle Castell¢n
los ni¤os corriamos
con tres gordas en la mano, y
! Mariquita el £ltimo !.
El de los helados
era serio y rob¢n,
el de la ca¤ad£,
borracho y respond¢n.


Juan Jesus Aranda Lopez