[1]BIOGRAFIA DE MI PADRE[1]
Esta es la historia de un hombre que hubo de soportar, como
otros muchos de su ‚poca, todas las guerras y desolaciones que
estas acarrean. Desde su nacimiento en Malaga el 4 de Noviembre
de 1902, hasta su muerte en Melilla el 5 de Abril de 1985.
All por el 1907, a¤o de riada y desolaci¢n para M laga y
su famoso Barrio de la Trinidad donde la devastaci¢n fue la mas
grande y de cuantiosos da¤os que la naturaleza castig¢ a ‚sta
ciudad desde hac¡a d‚cadas. A consecuencia de ‚sta tragedia se
originaron otras muchas riadas, pero ‚stas ya eran humanas, donde
solamente por capital, llevaban las anchas espaldas y manos
encallecidas, huyendo de la miseria que dej¢ a su paso el rio
Guadalmedina, entonces sin muros de contenci¢n de las aguas, como
en la actualidad tiene.
Una de estas familias la componian: el matrimonio, dos
hijos, y una anciana mujer, suegra de la esposa de su primer
matrimonio. Esta era una mujer caracteristica de la ‚poca,
acostumbrada a la briega de criar hijos sin otra ayuda que sus
manos de mujer honrada, con todas las vicisitudes que entra¤a el
abandono del padre, dejando solas a su madre, a ella y a una
hermana. Se llamaba Maria Anaya Sevillano, naci¢ en Ardales en
1876, un pueblecito del interior de la provincia de Malaga,
cercano a Carratraca y lo que hoy es el Pantano del Conde de
Guadalhorce. Su padre fue un hombre debil, siendo la ludopat¡a en
aquella ‚poca como hoy en dia, ruina de muchas personas.
Derrochando su patrimonio, finca que daba de comer a su familia,
casa holgada y buenas cosechas que produc¡a una renta de muchos
miles de pesetas al a¤o, seg£n testigos de la ‚poca, como todo
jugador sin voluntad y perdiendolo todo, cobardemente march¢ a
Panam , dejando como digo, a tres mujeres arruinadas y solas, su
esposa y dos hijas. Una de ‚stas, nuestra Maria se cas¢ en 1897
con Francisco Cardoso Calder¢n, hombre del pueblo, conocido de
toda la vida. ste hombre contrajo una grave enfermedad, la
tuberculosis, que le cost¢ la vida dos a¤os despu‚s de casados,
no sin antes conocer a la hija que pari¢ Maria al a¤o de la
boda.
Al quedar viuda, en los albores del siglo diecinueve y
contando 19 a¤os, con una ni¤a heredera de la enfermedad de su
marido, se traslada a Malaga, donde resid¡a una familia allegada
que les di¢ cobijo tanto a ella como a su madre y hermana. Tengo
que decir que su suegra tambi‚n se reuni¢ a los pocos dias en
Malaga. Hab¡a quedado sola y desamparada en el pueblo, pero Maria
era valiente y bondadosa. Cobij¢ a la madre de su marido porque
se sent¡a obligada a ello, y guardandose la pena por la muerte de
‚ste y el cobarde abandono del padre. Qui‚n sabe qu‚ pudo
inducirle a ‚ste para jugarse el patrimonio y dejar esposa e
hijas abandonadas. stas se armaron de valor, no ten¡an otro
remedio, y montaron un taller de costura y una escuela-miga donde
Maria cuidaba de los ni¤os, y junto a su madre, hermana y suegra
se dedicaron a coser prendas para la calle. sta mujer empez¢ su
nueva vida, viuda, joven, con ganas de vivir y criar a su hijita
enferma, corria el a¤o de 1899.
Muy cerca de su casa, calle de los Marmoles, hab¡a un taller
de herreria, situado en la calle de Mindanao, perpendicular de lo
que hoy se llama Acera del Campillo o Avenida de Barcelona.
Frecuentaba esa herreria un mocet¢n que rondaba los veintitres
a¤os, todos corridos en su Velez Malaga natal y toda la comarca
de la Axarqu¡a, donde traficaba con ganado y todo lo que oliera a
dinero, como la compra y venta de terrenos y casas, llevandose
pinges beneficios en ‚stas r pidas transacciones. Era el t¡pico
ganadero de finales de siglo, con su navaja siempre en el Šbolsillo y seg£n o¡ decir, tambi‚n llevaba un pistol¢n cuando
viajaba por las carreteras en busca de sus negocios. Manejaba
todo el dinero que deseaba, y las mujeres de vida licenciosa se
lo ponian a£n mas f cil, ya que era un hombre de buen ver, de un
metro setenta de estatura, ojos grandes y burlones, donde la
naturaleza le otorg¢, legando a varios de sus descendientes unos
parpados que parec¡an retocados con un pincel, frente ancha y en
su labio superior se le pod¡a ver un gran bigote poblado. El
cabello lo ten¡a rizado y fuerte, y cuando le lleg¢ la hora de su
muerte lo conservaba plateado al igual que sus hijos. La nobleza
de espiritu y su alma noble junto con su gallardia, le hicieron
poner sus burlones ojos gara¤ones llenos de amor en la joven
viuda. Este vele¤o se llamaba Antonio Aranda Perez, no buscando
placeres de un dia, ya que pod¡a tenerlos cuando se le antojase
con otras mujeres, a£n a sabiendas que ‚sta tenia una hija
enferma, una suegra y poco capital que aportar a una prematura
uni¢n, seg£n la madre de ella, le propuso en matrimonio. Maria
desea casarse con Antonio sin importarle nada ni nadie, pero los
prejuicios que le inculca su madre, por dictado de un sacerdote
allegado a la familia se lo impiden. No obstante Antonio segu¡a
rondando la casa a todas luces, sin importarle nada los
comentarios que hac¡an los vecinos. Hay que decir que ellos no
hac¡an da¤o a nadie ni ofend¡an a ning£n esposo ultrajado. Este
hombre siempre se distingui¢ por su liberalismo con todo el
mundo, jam s se meti¢ con nadie, siempre vivi¢ por y para su
familia, con una peque¤a afici¢n a la loteria, ya que jugaba en
casi todos los sorteos a un n£mero suscrito hasta su muerte, y
creo que nunca le toc¢ nada. Actualmente su nieta Maria en
Melilla sigue comprando el mismo n£mero, al igual que lo hac¡a
nuestro padre. Tanto amor y fogosidad di¢ como resultado el
embarazo de Maria, llevandolo con la alegr¡a propia de mujer
enamorada.
A las 5 de la tarde del dia 4 de Noviembre de 1902, en la
casa n§ 23 de la Ribera del Guadalmedina, casa que hab¡an
alquilado previamente la pareja, Maria di¢ a luz un ni¤o al que
en el registro civil de Malaga el dia 6 de Diciembre de ese
mismo a¤o lo registraron con el nombre de Francisco, en memoria
del hermano de Antonio, fallecido pocos a¤os antes, debido a una
paliza que le propinaron en un cuartel de la guardia civil, por
asuntos poco claros. Hubo quien dijo que fue por la quema de un
pajar, para salvar a su hermano Antonio de una posible
congelaci¢n. ste ni¤o lo registraron como hijo natural de ambos
porque hab¡a nacido en el "pecado" de sus padres. Antonio era
soltero y Maria viuda y con una hijita enfermiza. A los ojos de
la sociedad y del cura-pariente eran unos pecadores que se hab¡an
ganado el infierno eterno. La boda no se pod¡a efectuar por la
negaci¢n e influencia que ejercia la madre de Maria sobre ‚sta.
Obediente y buena hija, no queriendo da¤ar las buenas costumbres
"cristianas" de la madre, planea junto a su hombre y compa¤ero
el viaje que le llevar¡a a la otra parte del Mediterr neo. Tres
planes de viajes se ven frustrados en cinco a¤os. El primero lo
fu‚ por la muerte de su madre acaecida en 1905. Los otros dos
eran por la precariedad de la salud de la ni¤a. Pero lleg¢ el
fat¡dico 1907 llenando de luto y dolor a toda la ciudad de
Malaga, donde Antonio perdi¢ todo su ganado y los enseres de la
casa como gran parte de los vecinos del barrio de la Trinidad. En
ese a¤o de 1907, Antonio solamente ten¡a una hermana llamada
Remedios, que pocos a¤os antes habia emigrado a Melilla junto a
su marido y dos hijos de corta edad.
Hay un barrio en Melilla, que desde hace cien a¤os se llama
Pol¡gono Excepcional de Tiro, ya que all¡ hac¡an pr cticas las
distintas guarniciones destacadas en la ciudad. Los melillenses,
acort ndole lo Excepcional y el Tiro, lo denominan solamente: "El ŠPol¡gono".
La familia de Antonio y Mar¡a, llegaron a Melilla en el a¤o
1907. All¡ los acogi¢ Remedios, su hermana, el marido de ‚sta
tenia un taller de carros en la carretera de la frontera, y
Antonio, muy dispuesto y con ganas de trabajar se puso a la
briega del taller el mismo dia de la llegada. Fueron bien
acogidos, ya que las dos cu¤adas tenian unas relaciones muy
fraternales, curtidas por el sufrimiento y todo el dolor marcado
en sus almas, se entendieron como dos hermanas. Melilla se
encontraba en una ebullici¢n de guerra solapada que se estaba
gestando en la zona del Rif, regi¢n fronteriza a la Plaza. Esta
ciudad, como sabr n, ha sido y es una plaza militar de Espa¤a
desde 1497, a¤o que fue tomada por Don Pedro de Estopi¤ n para la
Casa Ducal de Medina Sidonia. Empez¢ a tomar auge de ciudad a
principios de siglo, siendo la mayoria emigrantes de la baja
Andalucia y del Levante espa¤ol, donde todo el mundo buscaba "El
Dorado", la fortuna que no encontraron en sus tierras de origen.
Habia gente que al costado de los militares, tenian asegurado el
pan diario con la venta de cualquier cosa para los soldados de la
Plaza. Melilla, la ciudad que vemos hoy, de hermosas calles y
edificios modernistas, estaba naciendo. Se construian edificios
bajo la atenta mirada del ejercito, ya que aquellos debian ser de
una o dos plantas, debido a que en caso de ataque de los
fronterizos, muy belicosos en aquellos a¤os, debian ser de modo
que pudiera divisarse el hipot‚tico ataque, aunque muchas veces
eran tan reales como las balas que disparaban, la poblaci¢n se
refugiara lo mas rapidamente posible en la ciudad antigua,
Rusadir, "El Pueblo" para los melillenses.
Por una orden gubernativa, existia en la ciudad la famosa
Capona. Esta era una especie de vale que servia para el
avituallamiento de las familias mas necesitadas. El comandante
General de la Plaza era el que, dada su autoridad civil y militar
con el asesoramiento de personas altruistas, que sabian de las
necesidades de los mas pobres, ordenaba como debian ser
repartidas dichas caponas, y quienes beneficiarse de las
mismas, la familia de Antonio recibia una Capona equivalente a la
de un suboficial.
A los pocos meses de su estancia en Melilla, la hija mayor
del primer matrimonio de Mar¡a, mor¡a a los 15 a¤os a
consecuencia de la herencia del padre, una herencia maligna que
llevaba en sus entra¤as desde antes de nacer. La se¤ora anciana,
suegra de Mar¡a, falleci¢ poco tiempo despu‚s, y ya tenemos al
matrimonio con dos hijos varones, Paquito y Antonio. Pocos a¤os
despu‚s nacieron dos hijos mas, Jose y Maria, pero eso es otra
historia.
Antonio se enter¢ que el Comandante General de la Plaza
entregaba terrenos de los arrabales a familias que por su
condici¢n humilde y oficios artesanos pudieran hacer trabajos
remunerados a la intendencia militar, ya que ‚sta se encontraba
medio abastecida por la lejan¡a y tardanza de la Pen¡nsula.
Antonio hizo los tr mites precisos y le perteneci¢ todo el
per¡metro que midiera el alcance de cuatro piedras lanzadas con
el brazo, y este los tenia bien fuertes, a los cuatro puntos
cardinales. Y as¡ fue como se hizo de una casa y la herrer¡a, con
terreno aleda¤o que serv¡a de cuadra. Esta est situada en el
famoso Poligono, donde los fronterizos venian, y a£n siguen
haciendolo, con sus animales de carga para la venta de sus
productos de huerta. No olvidemos que Melilla se abastecia, y
actualmente sigue haciendolo, de un gran porcentaje de estos
productos ya que el traslado de estos desde la Peninsula era,y
es, mas costoso para las arcas del municipio. Todo marchaba de
la manera que so¤aron en el vapor que los trasladaban a Melilla,
recordando a la hija fallecida y a la familia que qued¢ en ŠM laga.
El hijo mayor, Francisco, Paquito para los familiares y
amigos, contaba ocho a¤os de edad. Y a ‚l nos vamos a referir
relatando su vida, porque un d¡a, hace ya muchos a¤os, medio en
broma, medio en serio, le dije: "Pap , alg£n d¡a yo escribir‚ la
historia de tu vida como yo sepa hacerlo". El siempre sonre¡a de
forma burlona, y en su interior pensaba que yo ser¡a capaz de
hacerlo. En su larga vida me di¢ muestras de confianza, con todo
el cari¤o que un buen padre pueda dar a su hijo
Este ni¤o tambi‚n era de complexi¢n fuerte, como su padre,
muy inquieto y bastante juguet¢n. Muchas veces comentaba con el
orgullo propio del hijo que admira a su progenitor desde la
infancia, que ‚l era un calco de su padre. Ayudaba a este en las
tareas de la fragua, y la madre en las propias del hogar. Esta
tambi‚n ten¡a a su cargo varios ni¤os de la edad de los suyos,
montando una escuela-miga como la tuvo en M laga, organiz ndola
de tal forma que por unos c‚ntimos al d¡a cuidaba de muchos ni¤os
de la barriada, as¡ transcurrieron seis a¤os en la vida de esta
familia.
Este ni¤o inquieto y de ojos vivos, tuvo un impacto en su
vida infantil que produjeron en su personalidad la alteraci¢n de
su caracter, al verse s¢lo con su madre y tres hermanos
peque¤os, mientras su padre era ingresado en la c rcel de
Victoria Grande. El motivo de esta desgracia fue debido a que
este cometi¢ un delito al apu¤alar y dar muerte en momentos de
enajenaci¢n y rabia a otro hombre por temas del honor. Si el
hecho hubiese ocurrido en estos dias, toda esta historia hubiese
sido otra muy distinta, ya que la persona que muri¢ se hubiese
salvado por los adelantos de la medicina que hay actualmente. Lo
juzgaron y condenaron a 25 a¤os de presidio en el famoso penal
del Dueso de Santander.
A los doce a¤os Paquito ve a su madre sumida en la amargura
y gest ndose en su vientre a su hermana Mar¡a. Esta mujer se ve
obligada a abandonar la fragua al verse incapaz de realizar los
trabajos propios de hombres fornidos como su marido. Siguen un
a¤o malviviendo, consumiendo todos los ahorros, pocos, porque una
familia de esas caracteristicas, en aquellos tiempos tan
dificiles, consumian todo lo que les llegaba a las manos.
Transcurridos unos meses en esta situaci¢n, la madre decide
marchar a Santander y estar cerca de su marido, a sabiendas de
que solo podia verlo cada treinta dias. Este recibi¢ la alegria
propia de abrazar a su mujer, y recibir los besos infantiles que
sus hijos le prodigaban con todo el cari¤o de estar tantos meses
sin verlo. El Dueso, y sus aleda¤os no eran sitio apropiado para
una mujer, ya que algunos la tomaban por viuda, y el trabajo
escaseaba como en muchas partes de Espa¤a. Antonio, con toda su
pena y dolor, le aconseja que se vuelva a Melilla, ya que por su
conducta recta y buena persona, era muy considerado por el
Alcaide y dem s miembros del presidio, estaria bien instalado.
Cuando habian transcurrido dos a¤os del ingreso en prisi¢n, este
recibe las noticias, primero, del nacimiento de su hija Maria, y
pocos meses despues de la muerte de su hijo Antonio. Esto lo
deja sumido en la amargura y su comportamientoes como siempre lo
fu‚, de una honradez intachable, y la desdicha de no poder estar
con los suyos, le rebajan la pena a siete a¤os, de los
veinticinco que debia cumplir, su trabajo dentro del presidio se
lo garantizababa.
Mientras tanto en Melilla su familia, estos siete a¤os lo
pas¢, al principio muy miserablemente, pero Maria era una mujer
de recursos. Lo primero que hizo fu‚ montar otra escuela-miga
como a¤os anteriores lo hicieron en Malaga, su madre, su hermana
y ella misma. Esto no era negocio para mantener a una familia,
asi que sin pensarlo dos veces y encomendandose a Dios, ya que
era muy religiosa, dispuso otro viaje a Malaga, creyendo que la Šfamilia que all¡ residia, les iba a ayudar. Todo fu‚ negativo
para Maria y sus hijos. Ella cosia y trabajaba en las faenas de
las casas de los " se¤oritos ", que por aquellas fechas eran
pocas en Malaga. Por las noches, y a la luz de una lampara de
petroleo, ense¤aba a sus hijos a leer y escribir. Paquito vendia
quincalla en la famosa calle de los Marmoles, con una caja
colgada al cuello y trece a¤os cumplidos, este ni¤o retraido y
triste, tenia que llevar alg£n dinero a su madre para que sus
hermanos pudieran malcomer, ya que la familia de esta, no la
miraban con buenos ojos, por ser la esposa de un hombre que
cumplia presidio por matar a un hombre, como si ella y sus hijos
tubiesen culpa alguna. Asi que esta mujer de caracter fuerte, por
los abatares acaecidos en su vida, decide otra vez marcharse a
Melilla, con la alegria de Paquito, al saber este, que en su
Melilla como siempre le gustaba nombrarla, a£n siendo malague¤o,
sin renunciar a su patria chica, tenia su vida mas o menos
llevadera, estarian en casa propia, nadie les echaria en cara
culpas que su padre estaba cumpliendo con todo el arrepentimiento
desde el momento siguiente de cometer el delito.
La llegada a Melilla fu‚ de alegria para todos, estaban en
casa, era su hogar, y como tal iban a disfrutarla todos juntos.
Maria cogi¢ de nuevo las riendas de la fragua contratando a un
hombre para esa tarea. Ella mientras, cosia y cuidaba de los
ni¤os de toda madre que se los dejaba a su vigilancia por el
modico precio de veinte centimos al dia. Muchas madres de estos
ni¤os eran mujeres de vida alegre, como antes se decia. Paquito
que en aqu‚l tiempo contaba ya quince a¤os, era ya un ni¤o
despierto y muy vivo de caracter . La vida no le estaba dando la
ni¤ez que cualquier ni¤o necesitaba. En honor a la verdad, era
respetuoso con su madre, cuidaba de sus hermanos peque¤os y
adem s estudiaba y leia todo libro o periodico que caia en sus
manos, sin orden ni concierto. Su horario en los a¤os de ausencia
de su padre era, levantarse a las siete de la ma¤ana para limpiar
la cuadra, porque una hora despu‚s venian los agricultores
fronterizos a guardar los animales mientras aquellos vendian sus
productos en el famoso Rastro del Poligono. El y sus hermanos
debian ir a la escuela hasta el medio dia, luego debia ayudar a
su madre a las tareas propias del hogar, ya que esta no tenia
tiempo para hacerlo durante la ma¤ana. Despu‚s de comer marchaba
al cargadero de mineral existente en la playa de San Lorenzo, hoy
abandonado y sin uso. Desde su construcci¢n, a principios de
siglo, hasta los a¤os sesenta, hizo un servicio muy importante a
Melilla y a su economia, ya que todo el mineral extraido de las
minas de Segangan, pueblo minero existente en el antiguo
Protectorado Espa¤ol, era cargado a los distintos barcos que a
tal fin arrivaban en este puerto. Paquito, que era un ni¤o
inquieto buscaba siempre alg£n jornal para su casa, y
aparentando mas edad de la que tenia, hizo amistad con un joven
mayor que ‚l que trabajaba en este cargadero como pe¢n, buscaba
que su nuevo amigo influenciara por ‚l para poder trabajar como
un hombre. Digo como un hombre, porque estos transportaban
espuertas llenas de mineral de hierro desde las vagonetas hasta
las bodegas de los barcos, estas espuertas pesaban de cuarenta a
cincuenta kilos y los ni¤os lo hacian con las vacias,
transportandolas de tres en tres. Este Paco no era como los demas
ni¤os de su edad, a su casa habia que llevar dinero, su madre
ganaba muy poco y el empleado abusaba guardandose casi todo lo
que se hacia de caja en la fragua. As¡ que cuando llegaba el
final de la jornada diaria, su madre y ‚l contaban lo poco que
habian ganado, aunque esta, seg£n decia ‚l, siempre guardaba
algo, era imposible pero cierto. Y lo fu‚ porque a su regreso de
la prisi¢n, el padre se encontr¢ con nueve mil pesetas que entre
su madre y ‚l habian ahorrado con todos los esfuerzos y sudores. ŠComo decia anteriormente, Paquito se coloc¢ en el cargadero, y
era tal el agotamiento que sufria, que muchas noches se sentaba
en los portales del centro para descansar, y varias de estas
noches le salieron al paso unos desalmados robandole todo el
sueldo del dia. Su madre ante estas situaciones tan peligrosas,
le recomendaba con energia que dejara ese trabajo, el sufria
porque era el sost‚n en casi su totalidad del hogar. Asi que la
madre salia de casa a una hora calculada en que su hijo salia de
su trabajo, encontrandoselo a veces dormido en una parada de
coches de caballos existente en lo que hoy en dia es parada de
taxis en calle del General Marina. Estos cocheros lo apreciaban y
admiraban por ser un ni¤o-hombre que se ganaga la paga como uno
de ellos. Con el orgullo de saber que era el hombre de su casa
con apenas dieciseis a¤os, se iba haciendo un mocet¢n como su
padre, de una estatura de un metro setenta, musculos fuertes, de
mirada afable, con ojos grandes que parecia que se los pintaba
sombreandolos, tenia mucho ‚xito con las jovenes de su edad, y
en lo mas hondo de su coraz¢n profesaba un gran cari¤o a sus
padres y hermanos.
En la Junta de Arbitrios estubo alternando el trabajo de
aprendiz de fragua, de carpinteria y de tracci¢n mec nica, ‚l
decia siempre que los primeros coches que llegaron a Melilla
pasaron por esos talleres municipales. Eso fu‚ como una droga
para muchos jovenes de Melilla, se habia acabado la primera
guerra mundial, y en la ciudad se estaba gestando otra que lleg¢
a tener grandes repercusiones en toda Espa¤a, la del a¤o 1921 y
su famoso Desastre de Annual. Toda Melilla era un hervidero de
militares destacados, venidos de otras guarniciones de la
peninsula. La zona que Espa¤a poseia como Protectorado, segun
acordaron en Algeciras todas las grandes Potencias, era todo el
Rif, c bilas que no obedecian a sult n alguno, y menos a una
fuerza extranjera que estaba all¡ para pacificarlos y ayudarles
en todo lo referente a los adelantos modernos de una naci¢n
europea, y que al final abandonamos ese Protectorado en 1956 sin
paz, con mucha gloria para los muertos y a£n hoy, seg£n S.M.
Alhuita Hass n II, condenados a entendernos. Toda esta fuerza
militar destacada en la zona atraia a mucha gente de todas
clases. Francisco Carca¤o en su novela " La Hija de Marte "
describe con todo acierto, lo que era Melilla en esos a¤os tan
lamentables para Espa¤a, ya que se calcula que murieron muchos
miles de jovenes espa¤oles, y a£n hoy en dia el solo nombre de
Melilla, visto en las listas de reclutamiento, es motivo de
lamentaciones para las familias de los soldados que les toca su
reemplazo en la ciudad, ignorando que la Melilla moderna es una
peque¤a gran ciudad de sesenta mil habitantes, tan espa¤ola y
europea como cualquier ciudad hermana de la Peninsula.
Este parentesis historico, me hace reflexionar al recordar
que Paco, ya no es Paquito, es todo un hombre, corria el a¤o
1922, y a£n las escaramuzas en todo el frente de guerra eran una
constante diaria. Paco se hizo chofer, como a ‚l le gustaba que
le dijeran, con veinte a¤os, edad que en aquellos a¤os locos era
lo suficientemente v lida para comerse al mundo y ponerse por
montera a todo los prejuicios. Para ‚l fueron a¤os de reprimendas
por parte de su madre, esta ganaba dinero y ahorraba, y adem s
queria a su hijo constantemente a su lado, y tenia sus razones,
su marido se encontraba en prisi¢n desde hacia nueve a¤os, y el
mayor de sus hijos iba a cumplir veintiuno, temia que pudiera
ocurrirle algo parecido a lo de su marido. Paco conformaba a su
madre lo mejor que sabia, pero en su interior existia la llama
que todo joven lleva dentro y que lucha por salir y pregonarla a
los cuatro vientos. La atracci¢n que sentia por el sexo opuesto
era una fuente de ingeniosas anecdotas que le ocurrian a menudo.
Era un joven de apenas veintiun a¤os, con el cuerpo fornido del
mucho trabajo fisico, de estatura media, cabello rizado y muy Špoblado, frente amplia y ojos grandes de pesta¤as largas y mirada
socarrona. Estos atributos eran los suficientes para que
cualquier mujer de buen ver se fijara en ‚l. El Charleston y los
a¤os veinte los disfrut¢ con toda la gracia que Dios le di¢, " y
que me quiten lo bailao", como solia decir. A¤os mas tarde s¡ que
querian quitarle todo lo que llevaba bailado, como explicar‚ a
continuaci¢n.
En 1922 Antonio, su padre, sale de prisi¢n sin cumplir toda
la condena por su buen comportamiento, solo ha estado nueve a¤os
en El Dueso. Se encuentra a su familia totalmente cambiada, su
mujer le tenia guardado nueve mil pesetas de entonces, ahorradas
por ella y su hijo Paco con todo el sufrimiento de nueve largos
a¤os de trabajo entre los dos, su hijo mayor con veinte a¤os,
todo un hombre forjado en los duros trabajos alternativos que le
salieron en esos a¤os, pensando como un hombre y actuando como
tal, a su otro hijo Jose de once a¤os, algo flaco y delicado,
hura¤o de caracter, pero con un profundo respeto hacia su hermano
mayor que le dur¢ hasta su muerte, ya anciano me decia que a la
unica persona que le guardaba ese respeto de hijo a padre, era a
su hermano Paco, tambi‚n encontr¢ a su hija Maria de nueve a¤os,
una ni¤a morena de ojos como almendras muy risue¤a y revoltosa
con el mismo respeto hacia su hermano que a veces llegaba a
parecer temor sin motivo alguno, ella sabia muy bien que su
hermano Paco la adoraba por ser la mas peque¤a de todos, y en
aquellos a¤os tan duros, un hermano de las caracteristicas de
Paco era muy de respeto, y mas a£n con la tragedia que tubieron
que sortear.
Este hombre venia con todos los atributos de esposo y padre,
y como tal queria ser, pero no se di¢ perfecta cuenta de que su
hijo mayor era ya un hombre en toda la extensi¢n de la palabra.
Al principio quiso ejercer de padre tratando a Paco como si este
tubiese menos a¤os de los que tenia, la madre sufria porque sabia
muy bien que si la situaci¢n seguia as¡, el hijo se marcharia
para no volver mas, como as¡ fu‚. Paco no pudiendo aguantar mas
la situaci¢n del trato infantil que le daba su padre, un buen dia
de verano se march¢ a vivir solo, alquilando una casita de la
Carretera de Hid£n, las malas lenguas de entonces decian que se
amanceb¢ con una mujer, hoy en dia esa situaci¢n seria de lo mas
normal ya que cada cual puede vivir como y con quien le de la
gana, pero en los a¤os veinte, era muy mal visto que un joven
hijo de una se¤ora tan religiosa, abandonara el hogar para
amancebarse con una mujer algo mayor que el. La madre sin poder
aguantar mas esa situaci¢n, busc¢ a su hijo por toda Melilla
hasta encontrarlo y llevarlo a su casa, su hogar, haciendole
jurar que a su padre le debia todo el respeto y consideraci¢n ya
que ‚l era un buen hijo y por una mala interpretaci¢n no se iba a
romper la familia en pedazos. Paco puso una sola condici¢n, que
le dieran la llave de la casa para poder entrar y salir a la hora
que creyera conveniente, no hubo objeci¢n por parte de su padre,
la madre sabia las idas y venidas de su hijo, y tampoco se opuso,
as¡ que llegaron a ese acuerdo, todo marchaba a las mil
maravillas. En mi casa, mis hermanos y yo nunca teniamos llave,
mi padre siempre se justificaba diciendo que eran otros tiempos,
y realmente lo eran, pero jam s nos dijo a mi hermano ni a mi a
la hora que debiamos estar en casa, nunca se meti¢ en ese tema,
en recuerdo de lo ocurrido con su padre, tambi‚n sabia a ciencia
cierta donde estabamos y que pasos andabamos. A mis hermanas
tampoco les dijo nada porque ellas eran conscientes, y por su
educaci¢n y forma de vida nunca dieron motivo alguno para que les
llamase al orden.
No habia transcurrido un a¤o y Paco se compra un coche para
trabajar en la agrupaci¢n del taxi, el dinero que emple¢ fu‚ que
su padre le ayud¢ en todo, este sabia que su hijo se lo merecia
por la lucha que madre e hijo habian tenido todos estos a¤os por Šsobrevivir. El coche de alquiler era un Ford modelo de aquellos
a¤os que en realidad y seg£n los entendidos era un vehiculo muy
recio y con unas prestaciones para su tiempo siendo la envidia de
la competencia. El permiso de circulaci¢n de entonces se lo
dieron sin previo examen, aunque a decir verdad si lo hubo, pero
fu‚ que el funcionario o ingeniero de la Administracci¢n le rog¢
que le diera un paseo por la carretera del Gurug£ para saber como
funcionaba, ya que este tambi‚n pensaba adquirir otro modelo
id‚ntico al de Paco. Y as¡ fu‚ como obtubo el preciado permiso de
circulaci¢n oficialmente, conducir un vehiculo lo venia haciendo
desde muy peque¤o, por su trabajo en la Junta de Arbitrios,
creandose Ayuntamiento en la decada de los cuarenta, Asi
alternaba el trabajo del taxi, haciendo viajes al Protectorado y
zona de guerra transportando viajeros, y alg£n que otro viaje
macabro, lo de macabro tiene su explicaci¢n. Como sabran, en la
zona de guerra se producian muchas bajas diariamente, mas
soldados que oficiales, y cuando alguno de estos caia muerto y
su familia se encontraba en la Plaza, esta pagaba muy
holgadamente el transporte del cadaver para que fuese enterrado
en Melilla, ya que de lo contrario seria sepultado en una fosa
com£n, de las muchas que se encuentran en toda la comarca que
hay desde Melilla a Midar e Izen-Lase. Seg£n estimaciones de la
‚poca, donde mas cadaveres enterrados hay es en Annual,
Igueriben, Abarr n, Dar Drius, Monte Arruit, Tarfesit, etc..
Empez¢ a ganar dinero, lo suficiente para llevar una gran familia
adelante, pero ‚l no pensaba en boda, las compa¤ias femeninas que
alternaba no las queria como esposa, la madre de sus hijos seria
como la suya propia, ese pensamiento siempre lo tuvo presente,
esperando la que seria su compa¤era. As¡ que un buen dia , su
amigo del alma y compa¤ero de trabajo en el taxi y camarada
nocturno de sus correrias, le propuso conocer a la que seria su
esposa durante cincuenta a¤os, este amigo se llamaba Pepe Huesca,
primo hermano de la madre de Maria, que as¡ se llamaba la
muchacha en cuesti¢n. Esta contaba dieciseis a¤os, pero parecian
veinte, era la segunda de dieciocho hermanos, de los cuales
solamente vivian entonces siete, Miguel, Maria, Virginia, Juan,
Alfonso, Luis y Andr‚s. El padre se llamaba Francisco, hombre
puritano y egoista que trabajaba de cartero repartiendo en el
mismo barrio donde vivian, la madre, Maria era una mujer dulce
que en la n¢mina de la familia figuraba como madre pero la
realidad era bien distinta, era la autentica esclava que siempre
tenia el vientre lleno de hijos que parir, pasando calamidades
por el poco sueldo que el marido traia de Correos, mientras que
este, cuando repartiendo por el barrio llegaba a casa de su
hermana que vivia en la calle de Cadiz, esta le ponia una mesa
toda llena de buenas chacinas, zampandose lo que le venia en
gana, y mientras su esposa e hijos pasaban lo que hoy se dice.
"mas hambre que un lagarto amarrado a una pita".
Maria qued¢ enamorada de Paco desde el primer momento, no
era para menos, este tenia veintitres a¤os, era un guapo mozo
que adem s tenia dinero, o al menos lo manejaba, porque de
ahorrar, era un verdadero desastre. Y entonces vino lo que se
dice, familia que se cierra en banda, la de Maria, no la de
Paco, a esta le agradaba esa futura uni¢n, as¡ su hijo dejaria
de ser un cr pula noct mbulo y sentaria la cabeza con esa buena
muchacha. El cerramiento de banda lo era solamente por parte del
padre, el cartero, a este no le gustaba un hombre deshinibido y
sin prejuicios, que estaba todo el dia en la calle con un coche
y ganando tres veces mas dinero que ‚l, siendo de la misma edad
que su hijo mayor como novio o marido para su hija Maria, mujer
joven, simp tica y sabiendo todas las labores del hogar,
costura, comidas, las que habia, criar a sus hermanos, y con
muchas ganas de vivir. Hubo disgustos serios entre padre e hija
que al final siempre ganaba el cabeza de familia, patriarca y Šdictador puritano. La familia estaba a favor de que no hubiesen
relaciones, los consejos que le daban a Maria eran que su
enamorado tenia amantes, era un juerguista de tomo y lomo, y lo
mas " deshonroso" , que se habia criado en el Poligono, barrio
famoso por las casas de prostituci¢n que existian en el mismo, y
tambi‚n que su madre le hacia ropa cosiendo hasta altas horas de
la madrugada a muchas mujeres de vida alegre, sin tener en cuenta
que esta mujer era tan decente como la madre de Maria y mas que
la hermana del cartero, ya que esta al tener su marido, catal n
de Reus como el general Prim, que desplazarce a la zona del
Protectorado para la venta de productos alimenticios, quedaba
sola y a merced de todo hombre que le tirara los tejos. El
cartero seguia en sus treces y no dejaba sola a su hija,
prohibiendole incluso salidas de paseos inocentes entre amigas.
Pero esta se las ingeniaba para verse con su Paco. En la calle
Isabel La Catolica, hoy Avenida de los Reyes Catolicos, numero
cinco, cerca del barrio del Buen Acuerdo existe un edificio de
tres plantas, que en los bajos hay una tienda de ropas llamada
"El Le¢n de Oro", pu‚s bien, este edificio tenia una portera, la
cl sica de principios de siglos, casa de estilo modernista como
todas las del centro de Melilla, dicha portera era abuela de
Maria , madre de su madre, profesandole un profundo cari¤o por el
parecido a su madre, pareciendo las tres calcadas por sus
caracteres dulces y abnegados. Tenia esta abuela su vivienda en
la azotea. Desde all¡ pelaban su pava, Paco desde la acera de
enfrente, y ella desde lo alto de la azotea, alguna que otra vez
se veian paseando por el famoso parque de Hernandez, sabiendolo
Paco de antemano por la novia de Miguel, hermano de Maria, que hizo muchas veces de recadera para los dos enamorados